La ola de calor hace estragos en el mercado ganadero
Un mercado flojo, a la espera de las lluvias. Por el lado de la oferta, la faena ha venido mes a mes ubicándose por encima de igual mes del anterior, y todo indica que la faena de enero serÃa igual o algo mayor a la del mismo mes del año Âpasado.
Las temperaturas están afectando a la producción y al consumo sobre el que impactan el receso de vacaciones, los cambios de hábitos alimentarios y la prevención por los cortes de energía.
Un mercado flojo, a la espera de las lluvias. Por el lado de la oferta, la faena ha venido mes a mes ubicándose por encima de igual mes del anterior, y todo indica que la faena de enero sería igual o algo mayor a
la del mismo mes del año pasado.
Históricamente, en los primeros 20 días de enero se registra un importante volumen de ventas diferidas de las últimas semanas del año anterior por razones impositivas.
La oferta hubiera sido alta de todos modos, por las razones impositivas apuntadas y porque la fase de retención se acabó hace rato, pero este año se ve reforzada a causa de la seca.
A partir del 10 de diciembre casi todas las zonas ganaderas del país han registrado las temperaturas más altas de los últimos 20 años, agravadas por la falta casi total de lluvias y por la presencia de vientos desecantes.
Se venía de una primavera tardía, pero buena, pero el estado de los campos ha cambiado dramáticamente en menos de 40 días. El efecto de la seca sobre la oferta ganadera no es mayor porque gran parte del engorde hoy se hace a corral o con suplementación intensiva y esto modera la sobreoferta de gordo.
Lo que sí se observa es un aumento importante de la faena de vacas, tendencia que ya venía claramente acelerándose desde fines del año pasado. Hoy hay poco novillo, poco novillito, poco ternero macho y muchísimo vaca. Empieza a faltar la hacienda de feedlot , especialmente el macho liviano, el favorito del mercado en los últimos años.
Esta oferta, alta para un mes de enero, encuentra una demanda afectada no sólo por los primeros síntomas de fatiga del consumo popular, sino por la ola de calor que afecta a gran parte del país.
Los carniceros piden lo justo porque temen quedarse sin luz, y los consumidores compran lo indispensable
por el alto riesgo de quedarse sin heladera o sin freezer .
Se trataría de un “efecto heladera” al revés, en que miles de amas de casa liquidan los stocks de carne que tienen en “cámara”. La mayoría de los operadores coinciden en que estas olas de calor reducen además el consumo de carne, al evitarse en las ciudades el uso del horno, de la plancha y ni hablar de la carne a la olla.
Demanda floja
Por todo lo expuesto, puede hablarse de una demanda floja, afectada por el calor y por el cambio de dieta propio del verano y de las vacaciones.
Tanto del lado de la oferta como de la demanda, podemos hablar entonces de un enero típico, afectado por una de las peores olas de calor en 20 años. Del lado de la oferta ganadera, puede decirse que la caída de receptividad de los campos ha sido tan fulminante que no ha dado tiempo a reaccionar a muchos productores; si no llueve en forma abundante y generalizada en las próximas semanas, estaremos entrando en una de las peores combinaciones posibles, que casi siempre termina en una liquidación ganadera: precios mediocres con una seca fuerte y generalizada.
La exportación juega en todo eso un papel marginal. En los últimos meses de 2013 los volúmenes embarcados volvieron a caer, ubicándose como tendencia anual en el orden de las 190 mil toneladas, o sea sólo un siete de la demanda total.
Fuente: La Voz del Interior - Ignacio Iriarte