Herbicidas residuales: factores que influyen su performance
Un planteo temprano y eficiente es el método más útil para el control de malezas. Realizar un buen barbecho quÃmico con herbicidas que posibiliten un efecto residual, será fundamental para generar un ambiente adecuado para el cultivo.
Los herbicidas residuales son componentes importantes en un programa de manejo integrado de malezas, de acuerdo a lo que considera el profesor en ciencias de las malezas de la Universidad de Illinois, Aaron Hager. “Ellos nos permiten que el cultivo se establezca sin interferencia de malezas y reducen la intensidad de selección a los biotipos de malezas resistentes a determinados herbicidas foliares”, afirma.
En la experiencia de los productores “del norte”, particularmente en Illinois para el caso de Hager, el uso de herbicidas residuales en la producción de maíz se ha mantenido relativamente constate a lo largo de los años. Por contraste, su uso en el cultivo de soja fue declinando en función de la adopción del glifosato y las variedades resistentes a lo largo de los años.
Sin embargo, como es sabido, el espectro de malezas en dicha zona fue evolucionado en respuesta al uso casi exclusivo de glifosato en post emergencia de la soja y los biotipos resistentes o menos sensibles al glifosato son hoy cada vez más comunes. Muchos productores están redescubriendo las ventajas de usar herbicidas residuales en soja y revisitándolos en su práctica.
Los factores de una buena performance
Simplemente aplicando herbicidas residuales en el lote no hallamos garantía de que el producto provea el deseado nivel o duración del control de malezas. “Muchos factores edáficos y ambientales influencian el nivel de control de malezas alcanzado por cualquier herbicida residual en particular”, afirma Hager, “y dependiendo del herbicida, algunos factores pueden ser incluso más importantes que otros”. La selección del herbicida, la fecha de aplicación, el momento adecuado, pueden impactar en el nivel y duración del control. Son muy importantes las condiciones climáticas asimismo, todo lo que asegure que el herbicida se ubique en la solución de suelo donde necesita estar para ser efectivo.
Más cerca de nuestras tierras, en una entrevista con Nuevo ABC Rural, el Ing. Agr. Juan Carlos Ponsa, especialista en malezas del INTA Pergamino, dio a conocer su experiencia a campo en todo lo relacionado al desarrollo de un buen barbecho químico y al aprovechamiento de los herbicidas residuales para el control planificado de malezas. Bien vale retomarla.
“Los herbicidas residuales utilizados de forma indebida pueden causar diferentes problemas en el cultivo que se quiera implantar luego del tratamiento de las malezas. Por lo general, los inconvenientes se generan en maíz y soja principalmente con herbicidas del grupo sulfonilureas como metsulfuron y clorimuron productos de mayor difusión en la zona núcleo, que utilizados bajo recomendaciones estrictas son muy eficaces”, detalló Ponsa. Generalmente, cuando estos herbicidas de acción residual son aplicados en otoño o principios de invierno – mayo, junio o julio – período lejano a la siembra gruesa, no producirá demasiadas dificultades”.
En su consideración, es necesario planificar un control temprano y sin la presencia de heladas o bajas temperaturas cercanas ya que esas condiciones disminuyen la acción tradicional del glifosato en la habitual mezcla con el residual. “Si adelantamos la aplicación, nos beneficiaremos por eliminación de especies o bien evitamos nuevos nacimientos al usar residuales, cuidando de esta manera las reservas de humedad en suelo” afirma Ponsa.
Por otra parte es importante considerar que la vida útil del herbicida residual en el suelo depende de varios aspectos como la temperatura, el PH y la textura del suelo. Sin embargo, el factor principal es la “humedad del suelo que influye, no sólo para desintoxicar o degradar el principio activo (efecto residual) si no también beneficiando al futuro cultivo en su crecimiento”, sostiene el especialista.
Finalmente, cuando el trabajo se realiza de forma temprana posibilita un control efectivo de las malezas desde su inicio, sin necesidad de incurrir en altas dosis de herbicidas, como las que se adoptan cuando la aplicación se hace en tiempos cercanos a la siembra. Además se evita así la fructificación y el endurecimiento de especies que adquieren mayor tolerancia al herbicida.
Fuente: ADAMA