La urgencia financiera, razón para apurar la venta de soja
Con un comportamiento mezquino una vez más, el clima se encargará de ponerle la cifra definitiva a la próxima producción de soja. Ya habÃa tenido la misma actitud tacaña en la campaña pasada, cuando la sequÃa dejó a la oleaginosa con un volumen de 40 millones de toneladas. Y en el presente ciclo parece repetir su accionar.
A tal punto que los pronósticos optimistas de una cosecha estimada inicialmente en 53 millones de toneladas ya se han abandonado. Los nuevos guarismos, acorde con las condiciones de humedad de los cultivos, se inclinan ya por un volumen más realista de 50 millones de toneladas.
Cualquiera sea el número definitivo, lo próximo a develar será saber qué va a hacer el productor con la cosecha. Los caminos a transitar, según los especialistas, no son muchos.
"Resulta difícil anticipar qué harán los productores con la soja que no está vendida a futuro una vez cosechada", sostiene Juan Manuel Garzón, economista del Ieral de la Fundación Mediterránea. A su juicio, en la decisión de venta intervendrán variables del mercado agrícola, el escenario económico y la situación de cada productor.
Al respecto, el consultor y exdirigente rural Néstor Roulet estima que por las obligaciones financieras que deberá afrontar el productor luego de la cosecha hay alrededor de 27 millones de toneladas ya comprometidas a la venta. "Hay una deuda equivalente a 16 millones de toneladas que el productor tiene como arrastre de la campaña pasada, afectada por la sequía y que va a tener que pagar. A eso hay que sumarle otros 11 millones de toneladas por costos de los servicios de cosecha, transporte y comercialización. Si tenemos en cuenta que las expectativas son de un producción de 50 millones de toneladas, sólo quedarán 23 millones de toneladas para encarar la próxima campaña", razonó Roulet.
Resguardo de valor. Más allá de esta necesidad puntual, la cantidad de toneladas vendidas con precio ya cerrado en el mercado de futuros es escasa: 3,3 millones de toneladas. "Se trata del seis por ciento de la producción, que sería de alrededor de 50 millones de toneladas. Es un porcentaje bajo si se lo compara con lo observado a igual fecha en campañas anteriores, que fue un promedio de 13 por ciento", comparó Garzón.
Cubiertas las obligaciones financieras luego de la cosecha, el interrogante que se plantea es qué hacer con el volumen restante. Para Roulet, la respuesta es vender.
"El productor se va a quedar con una mercadería atada a un dólar oficial, con el riesgo de que pueda bajar en el mercado internacional, en especial cuando comienza la cosecha en Estados Unidos. No es negocio resguardarse en soja", sostiene el productor. Con la liquidez que genera su venta, Roulet recomienda la compra de insumos.
Garzón, desde el Ieral, prevé también esa posibilidad. "Existe siempre el riesgo de que los precios internacionales se modifiquen en los meses siguientes a la cosecha local. Si llegan a bajar, quien conserva granos está atesorando un activo cuyo valor de mercado se está diluyendo", recordó el economista. Según Garzón, el mercado de futuros de Chicago opera con un descuento de 50/60 dólares entre sus posiciones mayo y noviembre de soja, lo que representa una caída de nueve por ciento. "En el mercado a Término de Buenos Aires este descuento no se observa y las posiciones están bastante niveladas", observó.
El analista Pablo Adreani recomienda también prestar atención a las señales del mercado, que podrían ser distintas a las del año pasado. "Fue una buena estrategia de venta anticipada el año anterior, cuando llegó la cosecha en abril hubo un mercado firme y en permanente suba hasta agosto por la peor sequía en Estados Unidos. Hoy muchos productores no quieren vender porque piensan que va a pasar lo mismo. Tal vez eso no suceda y entremos en un mercado bajista" sostuvo. Su sugerencia es que el productor venda "relación insumo-producto", y lanza una advertencia: "Si se corre tras el canto de la sirena del dólar blue está el riesgo de que una baja inesperada del mercado los sorprenda", remarcó Adreani.
Inflación y ¿devaluación? Los efectos de la inflación y la incidencia de los derechos de exportación han debilitado el tipo de cambio real y el poder de compra de la soja. Para Ernesto Ambrosetti, economista jefe de la Sociedad Rural Argentina, el productor recibe por la venta del poroto sólo 0,76 peso por cada dólar, como consecuencia de la erosión que generan las retenciones y la suba de los costos internos.
Sin embargo, la decisión del productor puede estar influida además por razones que van más allá del comportamiento de los precios. Según Garzón, las variables del contexto macroeconómico, como son las tasas de devaluación, de inflación y de interés de operaciones en pesos también pueden interferir en la decisión.
"Una aceleración de la tasa de devaluación, respecto de la tasa de inflación, favorece la tenencia de la soja como inversión y activo de reserva. El hecho de que los granos coticen en dólares hace que su valor interno crezca cuando la moneda pierde valor. En contextos inflacionarios, los activos que cotizan en moneda extranjera suelen ser privilegiados en las carteras de inversión.
También importa el nivel de las tasas de interés. Cuando se encuentran bajas, mantener activos en pesos, por ejemplo, un plazo fijo en el banco resulta poco conveniente, mientras que se favorece el endeudamiento con proveedores y bancos. Si las tasas de interés se ubican en niveles altos, la inversión en activos financieros se vuelve más atractiva y el endeudamiento más oneroso", fundamentó el economista.
Comercializado. 3,3 millones de toneladas es el volumen de soja 2012/13 que ya tiene precio fijado en el mercado local.
Comprometido. 27millones de toneladas es lo que deberían vender los productores para hacer frente a los costos.
Diferencial. 60 dólares por tonelada es la caída que muestra el precio de la soja entre la posición mayo y noviembre de 2013.
La Voz del Interior