Análisis de la huella hídrica del sector ganadero argentino
Especialistas de INTI y UNL explicaron las limitaciones de las metodologías usadas mundialmente para medir huella hídrica y su impacto en la percepción de la ganadería bovina argentina.
Javier Echazarreta (INTI) y José Jauregui (UNL) explicaron que las metodologías para medir la huella hídrica, a nivel global se dividen en dos grandes ramas. La primera la define como el volumen de agua necesario para producir 1 kg de un producto. La segunda rama, la define como una métrica que cuantifica el impacto ambiental potencial asociado al uso del agua.
Ambos expusieron en el reciente Congreso Aapresid 2021, llevado a cabo en la ciudad de Rosario y replicado en todo el país y el mundo vía streaming.
Los especialistas sostienen que la huella hídrica se divide en tres grandes categorías. El agua Verde, que básicamente es la que proviene de las precipitaciones y que regresa al sistema a través de la evaporación o es absorbida y transpirada por las plantas. El agua Azul incluye el agua de acuíferos utilizada para consumo animal o riego. El agua Gris que representa el volumen de agua adicional requerida para diluir los contaminantes generados en el proceso de obtención de la carne.
Las mediciones
En cuanto a metodologías de estimación, las dos más usadas son la WFA o Water Footprint Assessment, la más tradicional y difundida. Pero también la WULCA, basada en el llamado análisis de ciclo (LCA por sus siglas en inglés). “Estos métodos tienen diferencias que condicionan los valores obtenidos y, por tanto, las huellas hídricas estimadas para la actividad ganadera en países como la Argentina”, dijeron los expositores.
La WFA suma los tres tipos de agua y elabora un valor único que difiere entre sitios según el sistema de producción, pero no hace distinciones según la escasez de agua. “El WFA no nos dice nada acerca del riesgo de competencia del agua usada por una actividad con el agua para consumo humano. Pero sabemos bien que no es lo mismo producir 1 kg de carne en Israel que en la Pampa Húmeda”, adelantó Jauregui.
A diferencia del primero, WULCA sí considera la potencial contribución a la escasez de agua potable para consumo humano y/o el ecosistema. Según WULCA, el agua Verde no contribuye a la escasez, ya que hasta que no se transforma en Azul, no afecta la salud de los ecosistemas ni puede ser utilizada por el hombre.
El promedio de la huella argentina
En términos de WFA, la huella hídrica de la ganadería bovina mundial promedia los 7.400 lt/kg de peso vivo. Aun con esta metodología tradicional, la huella promedio de la ganadería argentina es de 2.300 kg, es decir casi un 70% por debajo de la media.
Pero cuando medimos según el WULCA, esa diferencia es aún mayor. Por ser en un 90% de base pastoril, sin riego y desarrollada mayormente en zonas húmedas o semihúmedas, los sistemas bovinos argentinos se componen mayormente de agua Verde. Así, la Huella desciende de 2.300 a tan solo 45, casi 98% menor.
“Estas mediciones deberían ser tenidas en cuenta antes de hacer diagnósticos apresurados que demonizan la actividad” dice Jáuregui. Aseguró además que debería impulsarnos a seguir estudiando y generando conocimientos que ayuden a tomar mejores decisiones. “Tenemos que continuar reduciendo la Huella Hídrica y haciendo cada vez más eficiente la actividad”, cerró el especialista.
Fuente: El ABC Rural