Los consejos para la autoproducción de semillas
Desde el ProHuerta subrayan la necesidad de la producción artesanal de semillas de la huerta para disminuir la dependencia de comprar semillas hortícolas, año a año, en cada temporada.
Desde el ProHuerta, un programa del INTA y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, destacan la importancia de la autoproducción de semillas como un camino hacia la seguridad y la soberanía alimentaria.
Cuando hablamos de semillas, se debe tener en cuenta que representan el primer eslabón de la cadena agroalimentaria. Al mismo tiempo, su importancia radica en que son patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad.
Es por eso que la producción artesanal de semillas debe ser una práctica habitual de quienes tienen una huerta en su casa, para su conservación y posterior siembra, como un camino hacia la seguridad y soberanía alimentaria.
La posibilidad de multiplicar las propias semillas de la huerta permite, además, disminuir la dependencia de comprar semillas hortícolas, año a año y para cada temporada, con el consiguiente ahorro y mejora en los ingresos familiares.
AUTOPRODUCCIÓN DE SEMILLAS
La técnica consiste en producir semillas de las mejores plantas de las especies que se comportaron adecuadamente en las condiciones locales, para sembrarlas en la próxima temporada. En este sentido, mediante la observación y selección de aquellas plantas de mejor comportamiento, se podrá comenzar a autoproducir semillas.
Con respecto a los factores ambientales, el agua, la luz, la temperatura y la fertilidad del suelo – el cual incrementa la cantidad de producción de frutos y el tamaño de éstos, así como de las semillas- son los que afectan la producción de semillas hortícolas. En general, la etapa más crítica que el agua no puede faltar ocurre al inicio de la floración y finaliza con la madurez de los frutos y semillas.
Desde el INTA destacan la importancia de respetar las estaciones del año y el momento de siembra de cada especie ya que las plantas requieren determinados niveles térmicos para producir semillas, lo cual varía según la especie.
A partir de la madurez o cuando las flores empiezan a secarse, se debe suspender el riego, para estimular en la planta la migración de los nutrientes a la formación de semillas. En relación con la luz, el sol favorece en general al desarrollo del vegetal, a la maduración de los frutos y formación de semillas.
El momento de cosecha depende del tipo de hortaliza que se trate:
Frutos que desprenden sus semillas al madurar: para aquellos que al madurar se abren y sus semillas se desprenden con facilidad, como la lechuga, una alternativa para evitar la pérdida de semillas al suelo consiste en colocarle a la vara floral, antes de su madurez, una bolsa de tipo yute, tul o nylon, atándola con un cordel sobre el eje de la planta.
Frutos carnosos: como es el caso del tomate, se deberán dejar en la planta hasta que maduren y luego cosecharlos. Posteriormente, se extraen las semillas contenidas en el fruto, se cuelan con un tamiz y con ayuda de agua para eliminarle la sustancia gelatinosa y se dejan secar en un papel absorbente. Para el caso de la acelga y la remolacha, el momento de recolección se realiza cuando la vara comienza a secarse.
Legumbres: se cosechan cuando las vainas están casi secas, quebradizas y las semillas duras. Se desgranan las chauchas, se dejan secar las semillas a la sombra y se guardan en un frasco cerrado.
Una vez cosechadas las semillas, se colocan sobre papel de diario en un sector que haya buena ventilación, a la sombra y protegidas. El período de tiempo de secado varía según las condiciones climáticas de la zona y el contenido de humedad que tengan las semillas, pero en líneas generales, se dejan 10 días como mínimo para posteriormente pasarlas a bolsas de papel, arpillera o de tela.
Finalmente, para almacenarlas, se deberán guardar en frascos herméticos de vidrio o plástico, etiquetados con la especie y la fecha de cosecha, en un ambiente fresco (entre 5 y 25ºC) y seco, en donde no le dé la luz.
Fuente: Infocampo