Producción y criterios de calidad del polen

El polen es una unidad microscópica que contiene los núcleos fecundantes masculinos de las plantas.

25/05/2017 | Apicultura

Según la botánica un grano de polen apícola, amasado por una abeja, mide aproximadamente 0,002 pulgadas de diámetro y cada bolita recolectada por una abeja contiene entre 100.000 y 5.000.000 unidades de polen, dependiendo de la especie botánica.

Para cosechar y transportar el polen, la abeja aporta sustancias salivares y los acumula en los cestillos de un par de patas adaptadas para tal fin. Ahora el polen ya es un grano de polen apícola.

Requisitos para cosechar

A – Disponibilidad del territorio:

– Una floración temprana, para lograr un desarrollo temprano de la colmena (mayor producción en colonias fuertes con mucha cría abierta).

– Otras floraciones de polen más tardías a las que se  pueda trashumar.

– Floración otoñal de recuperación de población y reservas corporales y de colonia para invernada.

B – Disponibilidad de la colmena

– Colmenas sanas. Con buena población de abejas (recolectoras) y de cría (estímulo de recolección).

– Que no estén cambiando de reina

– Preferiblemente que no estén criando mucho zángano

C – Idoneidad de la trampa

– Trampas estándar,  en madera, de colocación frontal sobre piquera suplementaria

– Altura suficiente para evitar contacto con el suelo

– Rejilla de plástico grueso (4 mm.), perforada con agujeros esféricos de 4,5 mm de diámetro, bloqueando el paso a la piquera.

Pan de abeja

El pan de abeja es el grano de polen apícola almacenado en un alveólo o celdilla de un panal de la colmena, al que se ha agregado néctar, agua y propóleos, acumulándose unos granos de polen apícola con otros indistintamente de la especie de planta de origen. El pan de abeja fermenta con la ayuda de hongos, proporcionando nuevas sustancias enzimáticas y vitaminas. El pan de abeja no se comercializa porque la legislación sanitaria de alimentación humana prohíbe el mal llamado “polen” fermentado.

Una abeja, trabajando ocho horas al día durante un mes, recolecta cinco miligramos (una cucharadita)  de granos de polen, que contiene más de 2.5 billones de unidades de polen de flores.

El polen fresco contiene alrededor del 40 % de agua. A temperatura ambiente (14 – 20 grados) fermenta y se enmohece. Sus proteínas, grasas, glúcidos y enzimas se degradan rápidamente. Para conservarlo contamos con dos técnicas secarlo o congelarlo.

Todos los efectos mencionados en el polen son siempre más intensos en el polen “fresco” o recién recolectado por las abejas. Por otro lado las secreciones salivares de la misma, hacen que adquiera una variada carga microbiana con efectos contrapuestos: por un lado puede ser causa de su deterioro; por otro, la presencia de microbiana láctica especialmente bacterias del género Lactobacilos se asocia actualmente a potenciales efectos probióticos (mejoradores de la respuesta inmune) en el tracto intestinal humano.

El polen se consume en el estado en que es recolectado, el grano entero, en polvo o diluido en leche, zumos o mermeladas. Las dosis recomendadas son de 20 gramos a primera hora de la mañana, alternando días de consumo con descansos en su ingestión (tres semanas y descansar una).

Acondicionamiento de polen

Hasta no hace muchos años, el pan de abejas parecía ser la única forma posible de preservar el polen desde su recogida hasta el momento de su consumo, la humedad es el factor que más influye en la conservación del polen. La actividad biológica se produce cuando hay humedad, en la actualidad contamos con dos opciones:

Congelado

Dado que no es posible la venta y distribución de polen en estado fresco por su elevado riesgo de deterioro, es preciso recurrir a sistemas de conservación. Idealmente, cualquier sistema de conservación debe preservar el alimento manteniendo las características organolépticas o sensoriales del mismo: su textura, color, sabor y aromas. En el caso que nos ocupa, además se desea preservar las potenciales propiedades biológicas que confieren al polen su carácter terapéutico.

En los últimos años se ha implantado el uso de la congelación como método alternativo para preservar el polen apícola manteniendo todas sus propiedades organolépticas, nutricionales y terapéuticas. Lógicamente, el uso de sistemas de congelación supone para el apicultor un costo adicional que sólo puede justificarse si, efectivamente, la calidad del polen obtenido es superior a la del preservado por el sistema tradicional de secado.

Secado

Tradicionalmente, el polen apícola se ha conservado mediante desecación en corriente de aire o, antiguamente, mediante su secado directo al sol, con la degradación que implica la exposición directa a los rayos ultravioleta. Sin embargo es importante controlar la temperatura de secado para prevenir el deterioro bioquímico del mismo. A 60° grados descienden drásticamente los aminoácidos; ente 40 y 60° grados pueden aparecer flavores picantes, como por ejemplo el olor a cebolla, debido a la formación de determinados compuestos azufrados; con temperaturas de 40-45° grados se puede alcanzar una humedad final de un 6 %, aunque todavía en determinadas muestras se altera el flavor.

Distintos estudios recomiendan una temperatura de 30 grados durante 20 horas para mantener los monoterpenos (compuestos volátiles asociados al aroma) y no producir compuestos indeseables, garantizando una humedad inferior al 8% que evite el desarrollo microbiano.

 Envasado

Es frecuente encontrar partículas extrañas en el polen, por lo que previamente a su envasado es necesaria una limpieza, para ello contamos con dos opciones:

Manual: Tras eliminar con una criba las partículas mayores (abejas enteras, briznas de hierba, granza), y separar los finos, ayudados por un pincel retiramos las patas y demás restos quinitizados mediante una placa de material plástico electrizado por frotamiento; después, separamos las motas y despolos de pupas mediante una corriente de aire soplante o aspirante.

Mecánica: Se utilizan tanto mesas densimétricas (separan mediante cribas los distintos componentes según su peso y tamaño), como aventadoras, que eliminan mediante corriente de aire aquellas partículas que no son polen).

Fuente: Portal Apícola

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