Mapa de malezas, la foto de hoy
Lo que el productor ve en el lote es una foto recortada y parcial de la problemática de malezas que lo está cercando. Un relevamiento de AACREA, bajo la atenta dirección de Emilio Satorre, pone en perspectiva la punta de un iceberg.
Los productores están muy acostumbrados a trabajar sobre los sistemas de cultivo considerando aspectos como la densidad de siembra, el arreglo espacial, el herbicida, la dosis y el momento de aplicación; pero raramente consideran los efectos que eso puede tener sobre el sistema productivo y, en especial, la dinámica poblacional de las malezas.
Buscando echar luz sobre el tema altamente preocupante del aumento de malezas en los lotes, en agosto de 2014, en el marco del proyecto Malezas del Movimiento CREA, se acordó un protocolo de relevamiento para analizar su comportamiento en los sistemas de producción de distintas provincias. Emilio Satorre, coordinador académico de la Unidad de Investigación y Desarrollo de AACREA, analizó los resultados. El relevamiento reconoció regiones con problemáticas diferentes o que atraviesan distintas etapas de un mismo problema, cada una con particularidades propias. Para Satorre, “estamos más preocupados por sujetar al ladrón que ingresó a nuestra casa que por saber por dónde entró. Y lo que nos muestran los resultados es que por más que logremos detener a ese ladrón, tenemos a la puerta un montón de otros ladrones esperando ingresar. Hoy, muchos de los problemas nos pueden llevar a soluciones equivocadas y aún a mayores problemas al no reconocer qué es lo que tenemos enfrente”, enfatizó.
CÓMO SE HIZO EL RELEVAMIENTO
Se analizaron 355 lotes de las regiones Centro, Chaco Santiagueño, Córdoba Norte, Litoral Sur, Mar y Sierras, Noroeste, Norte de Buenos Aires, Norte de Santa Fe, Oeste, Oeste Arenoso, Santa Fe Centro y Sudeste. Los monitoreos se realizaron entre octubre y noviembre de 2014 en lotes con destino a soja de primera o maíz tardío, antes de la aplicación de herbicidas de presiembra o preemergencia.
En cada uno se registró la presencia o ausencia de la maleza en distintos sectores del lote. Se relevaron varias estaciones por lote para estimar el nivel de infestación a través de la frecuencia (número de sectores del lote con la maleza en relación al total muestreado) y varios lotes por zona para determinar la asiduidad con que aparecía una maleza. La Cátedra de Cerealicultura de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires fue la encargada de procesar las planillas.
CINCO PRIMERAS CONCLUSIONES
1. Son muchas
Sobre 139 localidades se relevaron 176 especies (90 suelen ser las malezas identificadas en guías de reconocimiento a campo). De ese total, 54 (el 30%) no pudieron ser reconocidas inicialmente en el campo pero 36 de ellas sí lo fueron más tarde. Esto significa que fueron en total de 158 las especies identificadas.
2. En cada sitio, un problema distinto
Al analizar los resultados, Satorre tomó como ejemplo el caso de la Conyza bonariensis (rama negra), una maleza ampliamente distribuida en los sistemas de producción de granos del país que se evaluó en las 139 localidades. Sin embargo, cada uno de los sitios mostró diferente magnitud del problema. (Ver gráfico Presencia de Conyza Bonaerensis)
Distribución espacial de la frecuencia de la maleza (método IDW).
Color rojo: alta frecuencia. Verde: baja frecuencia. Los puntos indican la ubicación de los lotes.
En otras especies también se observaron fases de un problema de invasión diferente y espacialmente heterogéneo. Según Satorre: “esto implica que en dos regiones se puede estar frente a dos estados distintos de un mismo problema o simplemente trabajando con dos problemas distintos”.
3. “El que busca, encuentra”
Otro de los casos destacados por Satorre es el de Eleusine indica, otra maleza resistente de la familia de las gramíneas cuyo problema apareció acotado a un área que se reduce prácticamente a la zona núcleo, pero que otros relevamientos luego la detectaron también en otras zonas. “En este punto, me permito introducir un dilema que llamo ´El que busca, encuentra´. Cuando estamos buscando un problema, lo vemos, mientras que si no lo estamos buscando, lo pasamos por alto”, señaló.
Identificar la fase de introducción de una maleza es muy dificultoso, pues por lo general se asocia a especies que no se reconocen o a que los niveles de infestación son muy bajos; mientras tanto, la maleza se introduce y coloniza un sitio. “Sólo vamos a ver el problema cuando nos estalle en la cara”, advirtió Satorre. Lo cierto es que aún se desconocen las tasas de expansión de las malezas y los factores que determinan su área de naturalización. Sin embargo, trabajos como el realizado permiten identificar potenciales áreas de expansión (es el caso de Eleusine) y límites naturales (como es el caso de Parietaria debilis).
4. Están organizadas
El relevamiento realizado por el Movimiento CREA identificó que hay “conjuntos de malezas que se organizan en comunidades o ensambles de diversas especies, que coexisten en una misma área al mismo tiempo”, explicó Satorre. Esto significa que cuando se detecta una maleza, es muy probable encontrar un conjunto de especies asociadas antes que especies que pertenecen a otro grupo. En total, se identificaron cinco grandes asociaciones que difieren entre sí por su frecuencia: una asociación de las malezas más frecuentes, otras menos frecuentes y también un caso singular y uno específico: un grupo constituido únicamente por Conyza spp.
5. Una comunidad para cada zona
En una segunda etapa del análisis se identificaron cuatro zonas con problemas de malezas estadísticamente distintos: Norte, Centro Norte, Centro y Sur.
Los factores determinantes de esta zonificación fueron varios: algunos, relacionados con el ambiente, la temperatura y el régimen hídrico; otros tienen que ver con los sistemas de producción o con el sistema de labranza. “Cada zona presenta una comunidad de malezas diferente, por lo que no es posible abordar distintas problemáticas con las mismas herramientas. En todas se identificaron, además, especies potencialmente invasoras y agresivas. Lo que vemos en la actualidad es la foto de una película que continúa y constituye una base de trabajo esencial para iniciar acciones coordinadas tendientes a atenuar los daños”, sostuvo Satorre.
Por ejemplo, en la zona Norte, que abarca el norte de Santa Fe y las provincias de Santiago del Estero, Chaco, Formosa y Salta, hay dos grupos que tienen alta frecuencia e involucran especies como Trichloris pluriflora; al mismo tiempo, hay un grupo de malezas con muy baja frecuencia al que pertenecen géneros como Commelina, Eleusine, Sorghum, Parietaria y Euphorbia, que son importantes en algunas regiones pero que hoy no constituyen un problema en esa región. “¿Lo serán mañana?”, se preguntó Satorre. Si vamos a la zona Centro (norte de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba), se identificaron cuatro grupos de malezas, dos de ellos tienen una frecuencia que varía entre el 10% y el 40% promedio. Sin embargo, también hay un grupo de muy baja frecuencia (inferior al 2%) que incluye Borreria, Euphorbia, Bidens.
La región Centro Norte, que involucra el norte de la provincia de Córdoba, también presentó cuatro grupos de malezas; dos con alta frecuencia, dominados por un conjunto de especies problemáticas, mientras que en la retaguardia hay un conjunto de especies como Trichloris, Brachiaria, Urochloa y Gomphrena, que hoy son irrelevantes en esas zonas, aunque son graves en otras regiones.
“En la región Sur, en una situación ecológica de características totalmente distintas que comprende el sudeste de la provincia de Buenos Aires, hay tres grupos de malezas bien definidos. Nuevamente, en el grupo de menor frecuencia se presentan especies del género Lolium, Euphorbia, Cynodon y muchas otras que hoy no son identificadas como problema. Liberen ustedes el ímpetu de cualquiera de esas especies que hoy no son problemáticas y podremos ver las consecuencias”, alertó Satorre. Una herramienta útil para identificar, zona por zona, las malezas problema está disponible en www.aapresid.org.ar/rem/mapa-de-malezas/