Recuperación parcial
El precio de la hacienda ha tenido aumentos, pero el lÃmite está dado porque el mercado depende sólo del consumo interno. El riesgo de que las subas queden absorbidas por la inflación, que sigue aumentando los costos de producción.
Con las últimas subas, el precio del novillo se ubica en términos reales exactamente a medio camino entre los valores de ruina de fines del 2009 (cola de liquidación) y los valores máximos históricos de hace dos años y medio, momento de inicio de la retención.
Después de la brutal liquidación ganadera de los años 2006-2009, que se comió 10 millones de cabezas, se inicio en el 2010 una fase de retención del ciclo ganadero, que llevó en su momento al novillo a precios récords históricos, tanto a moneda constante como en dólares (corrientes).
El mercado doméstico fue liberado casi totalmente, y a la exportación se le puso una serie de limitaciones que, agregadas al altísimo precio de la hacienda en dólares, la llevaron al cierre de decenas de plantas y a la pérdida de no menos de 15 mil empleos.
A la mayoría de los ganaderos, que tenían fresco el recuerdo de cómo al sector exportador se lo había beneficiado durante la terrible liquidación del 2006-2009, le importaba poco y nada si la industria exportadora estaba perdiendo cifras inéditas: la oferta de carne había caído en menos de dos años en cerca de 800 mil toneladas, y con el sólo concurso del mercado interno se sostenían cotizaciones para el ganado sin antecedentes.
El año 2011 fue de euforia, pero el año 2012 ya fue de escepticismo: los precios récord del ganado fueron erosionados por la inflación y por la suba de los insumos; la retención, que pintaba para recuperar al menos la mitad del stock perdido (hipótesis de mínima en aquel momento) y para durar no menos de cinco a siete años, comenzó a enfriarse.
Durante 2012 comenzó a notarse un cambio de humor en los ganaderos, a aumentar la faena y la tasa de extracción, y a incrementarse mes a mes el porcentaje de hembras en la faena.
En el interín, los volúmenes exportados y la perdida de mercados se sucedían mes a mes, ante la indiferencia de las autoridades frente a la industria exportadora (“ustedes ganaron mucha plata con nosotros”) y la indiferencia también de los productores.
La participación de la exportación en la demanda total, que llegó a ser del 25 por ciento con Néstor Kirchner en 2005, pero que todavía era del 20 por ciento en 2009 con Cristina, fue cayendo en los últimos dos años hasta representar en los últimos meses del 2013 solo el seis por ciento de la carne faenada.
Precario equilibrio
Ahora ya no queda duda que la retención se ha terminado; se han recuperado sólo tres de los diez millones de cabezas perdidas, y la relación entre faena, mortandad y nacimiento, indicaría que estamos en un precario equilibrio, con una incipiente tendencia a una fase de liquidación, por ahora moderada.
Que esta fase negativa no se afirme dependerá que a la recuperación de los precios del ganado insinuada en los últimos dos meses no se la coma la inflación, que en diciembre habría estado entre el tres y el cuatro por ciento, y que el clima no se vuelva definitivamente adverso.
La combinación de precios reales bajos o mediocres con una seca importante y prolongada, termina casi siempre con una caída del stock.
La Voz del Interior - Ignacio Iriarte