¿Cuáles son las claves para el manejo de la colza?
Una de las premisas en la siembra consiste en la selección del lote a utilizar; la otra, hacer una cosecha eficiente, sea cual fuere el sistema de recolección elegido
En los sistemas de siembra directa, la colza se presenta como uno de los cultivos más sensibles a las condiciones de implantación generadas por el propio sistema. Una de las premisas en la siembra consiste en la selección del lote a utilizar. En este sentido, son recomendables aquellos que se desocuparon más temprano y en los que los cultivos precedentes hayan dejado bajos volúmenes de rastrojo.
Los rastrojos abundantes tienden a complicar la implantación través de dos mecanismos: por un lado, se compromete la colocación de la semilla a la profundidad deseada y el correcto cierre del surco y por el otro, las plantas tienden a sufrir más los efectos de las heladas en las primeras etapas del desarrollo.
Otro de los aspectos claves del manejo del cultivo de colza consiste en la realización de la cosecha en forma eficiente, tratando de disminuir al máximo las pérdidas, dado la característica de dehiscencia que poseen sus frutos (silicuas) cuando se secan. La cosecha del cultivo puede realizarse de dos maneras diferentes: corte e hilerado, con recolección posterior, o cosecha directa.
El corte e hilerado debe realizarse en el momento de madurez fisiológica del cultivo (Iriarte y Valetti, 2008), esto es cuando la humedad promedio de los granos alcanza alrededor del 35%. Un adelanto de esta operación puede ocasionar mermas en la producción, mientras que el atraso puede provocar grandes pérdidas por desgrane. La andana estará lista para ser trillada cuando el contenido de humedad de los granos sea de 8,5%, pasados cinco a siete días después de efectuado el hilerado.
Si la cosecha se hiciera de forma directa, el 90% de las plantas debe encontrarse en madurez total, recomendándose comenzar la cosecha cuando el contenido de humedad de los granos es cercano al 16% (Iriarte y Valetti, 2008) a fin de evitar pérdidas por desgrane.
Dada la importancia que los aspectos mencionados tienen sobre el cultivo de colza, en el INTA Rafaela fueron realizados varios experimentos para adecuar el manejo a los sistemas productivos de la zona.
Siembra
Durante el año 2009, sobre un suelo Argiudol típico, en el que el cultivo antecesor fue soja y el anterior a éste maíz, se dispusieron seis tratamientos organizados con un arreglo factorial de dos factores. Mientras el factor A contaba con dos niveles (Con rastrojo y Sin rastrojo), el Factor B tenía tres, dados por la selección de tres coeficientes de logro (plantas logradas con respecto a las sembradas) iguales a 0,3, 0,5 y 0,7, lo que resultó en tres densidades de siembra 12,2, 7,3 y 5,2 kg/ha, respectivamente.
La remoción de los rastrojos se efectuó mediante el uso de un rastrillo de descarga lateral y la estimación del volumen remanente en los tratamientos con rastrojo arrojó un valor igual a 7640 Kg MS/ha, bastante superior a lo estimado previamente (Villar y Cencig, 2008) en que los rastrojos de soja en cantidades entre 4100 y 4600 Kg MS/ha no tuvieron un efecto contundente sobre la eficiencia en el establecimiento y persistencia de las plantas de colza.
Luego de la siembra del cultivo, se evaluó la eficiencia de implantación mediante el conteo de plantas establecidas en los estados cotiledonar (23/06/09), dos hojas (06/07/09) y en roseta (21/08/09).
El agua útil almacenada previo a la siembra y hasta 1,5 m de profundidad fue de 69,1 mm. Las lluvias fueron escasas en otoño, pero permitieron efectuar una adecuada siembra y el logro de una emergencia uniforme. El invierno fue extremadamente seco y el ingreso a la primavera favorable. Cuando el cultivo se encontraba en B6 - B8 (6 a 8 hojas) fue severamente afectado por heladas muy intensas que comprometieron la supervivencia de las plantas sobre todo en el tratamiento con rastrojo en superficie (Cuadro 1).
Letras distintas por columna indican diferencias significativas. Test LSD Fisher (p<= 0,05).
En el primer conteo, el factor que incrementó el número de plantas emergidas fue la densidad de siembra y en todos los casos se superó ampliamente el valor óptimo de 80 pl/m².
Luego de ocurridas las primeras heladas, cuando el cultivo se hallaba aún en un estado fenológico susceptible, se produjo una gran mortandad de plantas. Los tratamientos en que este efecto fue mayor fueron los que mantuvieron el rastrojo en superficie.
Posteriormente se produjeron nuevas heladas y con mayor intensidad que las precedentes, lo que provocó la pérdida total de plantas en los tratamientos con rastrojo en superficie. Además, en ninguno de los tratamientos que lograron llegar a cosecha se obtuvo el stand de plantas óptimo.
Como consideraciones finales de este experimento se menciona que la baja disponibilidad hídrica, dada por un escaso nivel de agua útil inicial y la poca ocurrencia de precipitaciones, sumado a numerosas e intensas heladas en estados tempranos del cultivo, complicó el desarrollo del cultivo de colza. En estas circunstancias, se obtuvieron muy bajos números de plantas aún con densidades de siembra elevados (hasta 12,2 kg/ha). Los tratamientos con rastrojo en superficie acrecentaron aún más los efectos debido a que las plántulas crecieron de manera ahilada, por lo que sus tallos fueron más finos y débiles. Además cuando hiela el rastrojo mantiene el frío por más tiempo, haciendo que el efecto de la helada sea aun mayor.
Bajo estas circunstancias, sería conveniente incrementar la densidad de siembra a valores no usados en los años favorables, o bien, reemplazar el cultivo por otro con menores riesgos de helarse.
Además de la soja, otro cultivo antecesor, en los sistemas típicos de producción en la zona, es el maíz. Con el objetivo de generar información sobre la influencia de los cultivos antecesores de soja y maíz sobre la eficiencia de implantación de colza, se realizó un ensayo en INTA Rafaela durante la campaña 2009/10 sobre un suelo Argiudol típico de la serie Rafaela. Para el caso de la soja se utilizaron dos variedades de diferente grupo de madurez (DM3700 y NA6126) y en el caso del maíz, se empleó el híbrido DK670 RRMG. Para éstos cultivos, las lluvias fueron superiores a los registros históricos y con buena distribución, obteniéndose 4102,6, 5292,0 y 5074,7 Kg MS/ha de rastrojo, para la soja GMIII, GMVI y maíz, respectivamente.
Sobre estos antecesores, el 10/05/10 se sembró la colza (cultivar SRM2836), empleando dos densidades, 9,2 Kg/ha (tratamiento “alta densidad”) y de 5,5 Kg/ha (tratamiento “baja densidad”), surgidas a partir de los coeficientes de logro 0,3 y 0,5, respectivamente.
El número de plantas/m² se determinó en los estados fenológicos de emergencia (27/05/10); 3-4 hojas (16/06/10) y roseta (7-8 hojas; 6/07/10). Dicha variable no mostró interacción entre los cultivos antecesores y la densidad de siembra de colza (Cuadro 2).
Tanto la densidad de siembra como el antecesor influyeron en el número de plantas/m² establecido. Al respecto, cuando el antecesor fue maíz las poblaciones de plantas fueron significativamente más bajas que cuando fue soja.
Letras distintas por columna indican diferencias significativas. Test LSD Fisher (p<= 0,05). ns=no significativo
Las diferencias en el stand de plantas según el antecesor se dieron a partir de la emergencia por lo que puede suponerse que el rastrojo de maíz, aunque en cantidades similares a los de soja, complicaron la emergencia de la colza. A partir de ese momento las diferencias entre antecesores se mantuvieron, es decir que las heladas ocurridas sobre el cultivo afectaron del mismo modo a todos los tratamientos.
En las condiciones en que se dio este experimento, la población teórica objetivo de 80 pl/m2 se alcanzó en todos los tratamientos, siendo superada en muchos de ellos. Distinto a lo ocurrido en el ensayo del año 2009, comentado anteriormente, debido a que las heladas ocurrieron cuando el cultivo había superado la etapa de roseta y además se encontraba en una situación hídrica favorable.
Como consideraciones finales se menciona que los rastrojos de maíz afectaron negativamente la emergencia de la colza en mayor medida que los de soja.
El efecto de las heladas sobre el cultivo de colza fue independiente del tipo de rastrojo, dependería entonces de la cantidad del mismo.
En años con heladas “suaves” y disponibilidad hídrica suficiente, el daño es menor con respecto a años secos y con heladas de consideración (campaña de colza 2009), por lo que un incremento en la densidad de siembra no se refleja en aumentos de rendimiento (datos no mostrados).
Cosecha
El segundo aspecto clave mencionado para el manejo apropiado del cultivo fue la realización de una cosecha eficiente, a fin de disminuir al máximo las pérdidas de granos.
Con el objetivo de evaluar las pérdidas producidas por las dos alternativas de recolección de colza (cosecha directa y corte-hilerado), se realizaron dos ensayos. El primero se realizó en el predio de la EEA Rafaela, mientras que el segundo se realizó en un lote de la localidad de Esperanza, Santa Fe.
En el primer ensayo, el cultivo de colza fue sembrado el 1 de junio de 2007 en siembra directa (SD) y con una densidad de 7 kg/ha. El cultivar utilizado fue Jura a 0,30 m entre hileras y con soja como cultivo antecesor.
Se evaluaron cuatro tratamientos
- T1- HCB: Hilerado y corte bajo 35% humedad
- T2- HCA: Hilerado y corte alto 35% humedad
- T3- CD15H: Cosecha directa 15% humedad
- T4- CD11H: Cosecha directa 11% humedad
El corte de los tratamientos HCB y HCA se efectuó el 1/11/07 con una moto guadaña manual, a una altura de 14 cm para el primero y 35 cm para el segundo, respectivamente.
La humedad del grano estimada al momento del corte fue de 47,5% (estrato superior: 52%, medio: 46,7% y bajo: 44%), muy superior a la recomendada como adecuada.
Adicionalmente, en el tratamiento HCB se compactó la andana caminando sobre la misma. La recolección se realizó con una cosechadora de parcelas con plataforma triguera el 6 de noviembre.
La cosecha directa (CD15H) se efectuó el 12 de noviembre con 15% de humedad del grano y la siguiente (CD11H) el 20 de noviembre con 11,2% humedad. Para todos los casos se utilizó una cosechadora de parcelas con plataforma triguera.
Para evaluar las pérdidas naturales, al momento del corte de los tratamientos HCB y HCA se colocaron bandejas debajo de la andana y para los tratamientos CD15H y CD11H, las bandejas se colocaron debajo del cultivo.
Para cuantificar las pérdidas de trilla, se utilizaron bandejas arrojadas entre la plataforma y la cola de la cosechadora en movimiento de trabajo.
El corte-hilerado y posterior trilla permitió anticipar la recolección en 7 y 15 días con respecto a la cosecha directa, según el contenido de humedad del grano. El HCB tuvo la ventaja sobre el HCA de obtener un producto con menor contenido de humedad debido a que a la cosechadora ingresó solo material seco, mientras que en HCA ingresaron tallos de plantas que estaban aún con una elevada proporción de agua. No solo se logró con el HCB que la cosechadora trabaje mejor, sino que además se obtuvo un producto con menor material extraño, lo que facilitaría su acondicionado posterior.
Las diferencias observadas en las pérdidas fueron notorias (Cuadro 4). Las naturales de precosecha fueron extremadamente bajas con el corte e hilerado, independientemente de la altura del mismo. Para la cosecha directa las pérdidas no difirieron según oportunidad de la misma, aunque es evidente que el retraso de una semana y el menor contenido de humedad de las silicuas expondrían al cultivo a una mayor pérdida potencial.
Las pérdidas durante la cosecha directa fueron máximas con el menor contenido de humedad (CD11H), lo cual es consecuencia de la dehiscencia de las silicuas, pero la trilla permitió la obtención de un producto con menores requerimientos de acondicionamiento para su almacenamiento y/o comercialización.
Letras distintas por columna indican diferencias significativas (p=0,05), Test LSD Fisher
Las diferencias de rendimiento no alcanzaron a ser significativas entre sistemas de recolección. Se destaca el menor peso de semillas de los tratamientos con corte e hilerado, como consecuencia de la anticipación en el corte más allá de lo recomendado por lo que las plantas no habían alcanzado la madurez fisiológica.
Como consideraciones finales, la mayor eficiencia en la cosecha en HCB, permitió un incremento de la productividad de un 30% con respecto a CD11H, además de un producto con escasos requerimientos de acondicionamiento posterior, por lo tanto lo hacen recomendable al momento de determinar una estrategia de recolección de la oleaginosa.
En el lote de Esperanza, sobre un cultivo de colza de la variedad Impact que fue sembrado el 15/05/2008 en directa, con una densidad de 7 kg/ha y a 0,20 m de espaciamiento entre líneas, se evaluaron cuatro tratamientos:
- T1: HCBR, Hilerado corte bajo (12 cm) con pasada de rolo acondicionador (160 kg + 140 litros de agua)
- T2: HCB, Hilerado corte bajo (12 cm) sin pasada de rolo
- T3: HCA, Hilerado corte alto (35 cm)
- T4: CD, Cosecha directa.
Cada tratamiento fue asignado a una parcela de 9 m de frente por 50 m de longitud, en un arreglo de bloques completos al azar con dos repeticiones.
El corte e hilerado de los tratamientos T1, T2 y T3 se efectuó el 7/11/08 con una corta - hileradora Altina HP 4700 modelo 1995. La humedad del grano en ese momento fue de 38,7% (estrato superior: 43,5%, medio: 35,9% y bajo: 36,7%).
El rolo acondicionador utilizado en el T1 y llevado por arrastre, posee la función de acelerar la deshidratación de la planta en la andana, mediante el quebrado de sus tallos y ramas, emparejando la madurez de las silicuas.
Para la cosecha, en todos los casos, se utilizó una cosechadora New Holland TC 57 modelo 2004 de 180 CV, provista de un cabezal flexible sojero. La regulación de la misma se encuentra explicada en detalle en Cencig et al., 2009.
La recolección de las andanas en los tratamientos T1, T2 y T3 se realizó el 14 de noviembre y el 25 de noviembre se efectuó la cosecha directa en el T4, con un 12,7% de humedad del grano.
Para la evaluación de las pérdidas naturales, luego del corte, se colocaron bandejas debajo de las andanas en los tratamientos T1, T2 y T3, y debajo del cultivo para el T4.
Para determinar las pérdidas durante la cosecha de las andanas, se arrojaron dos aros forrados de ¼ m² durante el paso de la máquina, entre la plataforma y la cola, donde se evaluó en la parte superior, la pérdida por cola y debajo de su tela, la pérdida por recolección del cabezal sojero.
Para cuantificar las pérdidas en cosecha directa, se utilizaron cuatro aros forrados arrojando uno debajo de la cosechadora entre la plataforma y la cola, evaluándose las pérdidas por cola en su parte superior y, debajo de su tela, las pérdidas por recolección del cabezal. De la misma manera, otros los tres aros forrados se arrojaron distribuidos detrás del cabezal.
El corte-hilerado y posterior trilla del cultivo permitió anticipar la recolección en 11 días con respecto a la cosecha directa. Los contenidos de humedad del grano para los tres primeros tratamientos estuvieron por debajo del estándar de comercialización (8%, Norma VII SAGPyA), por lo que no requerirían acondicionamiento posterior.
En el T4, si bien el contenido de humedad fue superior al estándar, cabe destacar que la cosecha culminó a las 10:00 AM. Es de esperar que, con días calurosos y soleados, la humedad del grano disminuya rápidamente durante el día, por lo que posiblemente los valores de humedad al finalizar la cosecha del lote hubieran sido menores.
No se observaron diferencias significativas en los rendimientos y tampoco en las pérdidas naturales o de precosecha (Cuadro 4). En general, las pérdidas de cosecha resultaron bajas a excepción de las pérdidas de cola de la cosechadora en el tratamiento de cosecha directa.
Letras distintas indican diferencias significativas (p=0,05), Test LSD Fisher
En las condiciones del cultivo (muy baja densidad de plantas) y los bajos rendimientos ocurridos (menos de 500 hg/ha, en promedio), era de esperar que las pérdidas fueran inferiores a las registradas anteriormente, pero si se observa el porcentaje de pérdidas totales sobre el rendimiento potencial se aprecia que el tratamiento de cosecha directa produjo pérdidas de más del 20%, muy superior a la tolerancia de 6,4% establecida por el PROPECO (Iriarte y Valetti, 2008).
En el T1 se observa que el uso del rolo acondicionador disminuyó las pérdidas ocasionadas por la cosechadora. A campo pudo apreciarse que el rolo mejoró el anclaje de la andana ya que luego de un evento de viento no se produjo el desarmado de la misma. De éste trabajo se desprende que cualquiera de los tratamientos de corte e hilerado produjo menores pérdidas con respecto a la cosecha directa y que el sistema de corte baja altura, utilizando el rolo acondicionador produjo las menores pérdidas durante su recolección.
Informe elaborado por los Ing. Agr. Gabriela Cencig e Ing. P.A. (MSc.) Jorge Villar
Estación Experimental Agropecuaria INTA Rafaela