Aumentan los casos de resistencia y tolerancia
Desde el norte al sur y de este a oeste se escucha a técnicos y productores hablar de problemas en el control de malezas
Los años en los que el control de las malezas se limitaba a elegir la mejor dosis de glifosato y repetir el tratamiento cuando empezaba a “verdear” nuevamente el lote, han terminado. Desde el norte al sur y de este a oeste se escucha a técnicos y productores hablar de problemas en el control de malezas.
Muchas de ellas se encontraban en áreas no cultivadas o debajo de los alambrados, y actualmente las tenemos dentro de los lotes compitiendo fuertemente con el cultivo; es el caso de las tolerantes.
Otras, se encontraban desde siempre en los lotes de cultivo pero se controlaban con dosis normales de herbicidas, y actualmente ya no logramos el mismo efecto; es el caso de las resistentes.
Rama negra (Conyza bonariensis) puede considerarse la más problemática en este momento por la superficie que ocupa y por encontrarse en franca expansión: pampa húmeda, Entre Ríos, Chaco, Santiago del Estero, el NOA y hasta del sudeste bonaerense.
Como dato preocupante cabe mencionar el laboreo de algunos lotes con años en siembra directa ante la desesperación de no poder controlarla con herbicidas, sobre todo en la provincia de Entre Ríos, donde el riesgo de erosión hídrica es significativo.
La clave del manejo pasa por controlarla cuando la planta se encuentra aún en estado de roseta, lo que requiere hacer monitoreos frecuentes y aplicaciones a tiempo.
Entre dos cultivos estivales sucesivos, no es suficiente una única aplicación de barbecho, necesitándose una primera en otoño y otra posterior en primavera, con herbicidas residuales acompañando al glifosato y hormonales o PPO que mejoran su performance.
Cuando la planta comienza a elongar el tallo, la cantidad de herramientas químicas disminuye y los tratamientos se encarecen y pierden efectividad. La Rama negra no perdona el mínimo error que cometamos y requiere un seguimiento y planificación al que no estábamos acostumbrados.
Una pareja que está creciendo en los últimos años son el Botoncito blanco (Borreria verticillata) y Siempre viva del campo (Gomphrena pulchella). Su zona núcleo es el norte de Córdoba, pero se encuentran también en el norte de Santa Fe, Santiago del Estero, Chaco y el NOA.
Gomphrena tiene el agravante de ser una especia perenne, estrategia que marca su diferencia en sistemas de siembra directa, donde no existen las labranzas como medio de control. Para esta pareja casi no se conocen alternativas de control químico
exitoso, lo poco que hay son mezclas de herbicidas, muy costosas y de efectividad limitada.
Pasando a las especies que han desarrollado resistencia a algún herbicida, por su impacto en la producción, se destacan el sorgo de Alepo (Sorghum halepense) resistente a glifosato, el Capín (Echinochloa colona) resistente a este mismo activo y el Raigrás anual (Lolium multiflorum), que es la primera especie en Argentina en manifestar resistencia múltiple (a más de un modo de acción herbicida).
El sorgo de Alepo comenzó a manifestarse los primeros focos en Salta y continúa expandiéndose año a año hacia el sur, llegando hoy al centro de la provincia de Buenos Aires. Su característica de perennidad hace que una vez instalada en un lote sea muy difícil su erradicación, peor aún es si no se toma conciencia por parte de los productores, quienes deberían hacer un manejo inicial de control de las primeras matas con mochila, antes que se transformen en manchones grandes que ya impliquen tratamientos totales.
La utilización repetida de graminicidas es la herramienta elegida por la mayoría de productores y técnicos, pero esto implica un grave riesgo de aparición de resistencia a estos productos.
El capín resistente a glifosato es un problema que aún no se ha hecho tan extensivo como sucede con el sorgo de Alepo, y se circunscribe al centro y sur de Santa Fe, parte de Córdoba, Santiago del Estero, Chaco y el NOA. La estrategia de control pasa también por el empleo repetido de graminicidas, con el mismo riesgo de aparición de nuevas resistencias.
El raigrás anual resistente, al momento no ocupa demasiada superficie, pero crece año a año. Esta especie, al contrario de las anteriores, avanza del sur al norte: comenzó en el sur de Buenos Aires y hoy llega hasta el sur de Santa Fe y Entre Ríos. Primero se detectó su resistencia a glifosato y hoy ya presenta a dos modos de acción más: los inhibidores de la ALS (iodosulfuron y pyroxsulam) y los inhibidores de la ACCasa (pinoxadem). Esto agrava considerablemente el problema, por tratarse de los tres modos de acción más utilizados para el control químico de esta especie.
Se recomienda hacer un manejo específico lote a lote, según la efectividad vista en aplicaciones anteriores.
El éxito a mediano y largo plazo pasa por integrar diferentes prácticas de manejo. A su vez, es preciso remarcar que se deben rotar los herbicidas para disminuir la probabilidad de generar resistencias. Aun cuando encontremos herbicidas que funcionen bien
Fuente: REM