Crecen los robos campo adentro
No hay quien los ataje: los delincuentes carnean hacienda en los potreros, se llevan rodeos enteros en camiones jaula, rompen silos y asaltan a productores.
Carneo de animales a campo abierto, jaulas de hacienda que desaparecen en la ruta, hurtos de insumos y agroquímicos en cantidad, robos en campos cuando se pagan los sueldos y feedlots que se vacían...
No, no anda el mito idiota del chupacabras; los camiones no transitan por el triángulo de Las Bermudas; los agroquímicos no se volatilizan; los patrones pagan en los establecimientos los jornales y los novillos no vuelan.
Ya no se habla de abigeato (hurto) o de los cuatreros (ladrones), sino que esto no es otra cosa que inseguridad rural, mucho más aún, cuando los delincuentes, criminales al fin, entran a chacras chicas y castigan a sus dueños para sacarles lo poco que puedan tener: ahorros, una carabina o un facón viejo, recuerdo, seguramente, de aquellos que hicieron la pampa.
La inseguridad hace rato que llegó al campo, cuando hace muchos años esto era impensado, pero con ciudades y pueblos desbordados, no queda otra maniobra criminal que la de echar mano a lo más lejano y con modalidades que se parecen a las calamitosas formas urbanas.
Vayamos a algunos pocos de los tantos hechos: El 23 de marzo último en la estancia Vivoratá (ruta 2, km 373), a un tiro de piedra de Mar del Plata y sobre la autovía más transitada del país, los delincuentes cortaron los siete hilos del alambre para carnear en un lote a seis animales, tras matarlos con precisión mediante un rifle calibre 22 mm, cuya bala penetró entre los ojos del ganado pampa.
Dejaron cabezas, tripas, patas y la sensación de la habilidad de un hombre que sabe de carne y desposta tan bien como un carnicero. "Por suerte -cuenta el responsable de Vivoratá, Alejandro de La Tour-, el resto de la hacienda en pie no subió a la ruta 2, porque podría haber sido una masacre, no de vacunos, sino de seres humanos."
Algo parecido le sucedió en los campos de Lobería y Energía, pero muy cerca de allí, un productor de Necochea informó que le "desapareció" una jaula que iba a Liniers. Al camionero lo mandaron a pasear, y al camión y la hacienda a un oscuro lugar para "faenar". Todavía, la firma ganadera está negociando con la compañía de seguros.
Cuenta Jorge Ham, quien trabaja en La Cesira, al sur de Córdoba, en donde ya dos veces entraron a la casa principal, que "el 5 de febrero ingresaron cortando las cadenas de la tranquera, mataron a tiros a un par de vaquillonas en un callejón y se llevaron todo, menos las vísceras. El problema es que dejaron los alambres caídos, las vacas se subieron a la ruta provincial N° 3, con el peligro que eso implica, y no nos quedó otra cosa que hacer la denuncia por robo, pero en la policía, nunca llegan a nada..."
El colmo fue en Balcarce, hace mucho, cuando en la estancia Cinco Cerros, de de Gonzalo Filgueira Risso, se cargaron 47 vaquillonas de unos 300 kilos de un feedlot como si fuera de día y, a los mismos perjudicados le hicieron "desaparecer" una jaula en la zona de General Belgrano, a tres horas de Liniers.
Claro que queda más, como el robo de agroquímicos y otros insumos, en manos de piratas del asfalto cuando el capataz los trae desde el pueblo o directamente del galpón de la estancia: pistola en mano y todos encerrados en la vivienda, como el día en que se pagan los sueldos, fechas que a veces hasta los puesteros pierden la mensualidad, después de tanto esfuerzo y soledad.
Las denuncias policiales, como se dijo, no tienen mucho éxito. Para Adolfo Laborde, un comprometido productor de Olavarría, lo más triste es cuando despojan a los de menores recursos, también en soledad: "Sabemos que por la forma de operar hay delincuentes que cuentan con la información precisa".
Laborde conoce esos modos de sorprender a los desprevenidos: "Los esperan en los accesos de los campos y los golpean o aguardan que se vayan al pueblo para desvalijar sus casas y galpones. La vida en la ciudad se ha puesto difícil y la fantástica tranquilidad del campo no está quedando al margen de aquello".
La inseguridad argentina está en todos lados, incluso cercana a esos inmensos montes arbolados de aquellas estancias viejas y grandes en donde los encargados y la peonada todavía, fierro en mano, pude hacerse fuerte.
Pero, ¿hasta cuándo?
Las cifras de una de las zonas más asoladas
Durante marzo, abril y primeros días de mayo, Olavarría lleva 69 vacunos faenados a campo, según registra la Sociedad Rural local. A esta cifra hay que sumarle más cabezas, pero los productores se cansan de realizar las denuncias y no obtener resultados.
De acuerdo con las estadísticas de la Sociedad Rural, en 2011 se llegó a la cifra de 380 vacunos faenados. En 2012, luego de mucha insistencia de la entidad, y con la incorporación de asesoramiento legal gratuito, se pudo bajar la cifra a 300 vacunos. Además de incrementar las denuncias formales por parte de los damnificados.
En lo que va del año 2013, enero fue un mes caliente en cuanto al delito rural. Entre diciembre y enero se registraron más de 40 casos. Para Fernando Luis, presidente de la Rural, todo reside en la "falta de resultados en las investigaciones, la escasez de recursos y la falta de conocimiento técnico de los investigadores. Más allá de unificación por zonas de las causas y la falta de comunicación entre las reparticiones policiales". A pesar de las reuniones con el ministro de Justicia y Seguridad, Ricardo Casal, y con el director de Seguridad Rural, Dante Rossi, se nominó una fiscalía para delitos rurales en Olavarría, pero la creación no se concretó y el estado del tramite es incierto.
Fuente: La Nacion