Tregua climática: Cómo puede influir en la oferta ganadera
Contradiciendo gran parte de los pronósticos climáticos difundidos hasta el momento, el clima ha dado una inesperada tregua en lo que va de octubre.
Las lluvias que se vienen registrando en los últimos 20 días en gran parte del territorio nacional aportan una mejora significativa en los perfiles de humedad de los suelos. Amplias zonas del este de Córdoba, sur de Santa Fe y Entre Ríos recibieron una muy oportuna recarga en sus perfiles al igual que el sur y este bonaerense, a diferencia del noroeste de Buenos Aires, La Pampa y Santiago del Estero donde aún persiste la falta de agua. No obstante, en términos generales, octubre viene dejando un muy buen aporte hídrico luego de varios meses de balances deficitarios.
En definitiva, estamos arribando a mediados de la primavera y el fenómeno de La Niña aún no se ha expresado como se esperaba. De acuerdo con el promedio de resultados que actualmente arrojan los principales modelos, el fenómeno ENSO se encuentra en su fase Neutral, es decir ni La Niña ni El Niño. Aun así, el 50% de los modelos continúan indicando una posible transición hacia la fase La Niña para el trimestre noviembre-enero, aunque con una intensidad débil, a diferencia de lo que se venía observando hasta el mes anterior. Si bien hacia finales de noviembre podría comenzar a observarse la injerencia de una Niña débil generando precipitaciones por debajo de lo normal durante diciembre y enero, sin dudas el escenario se presenta muy diferente al observado en las últimas dos campañas, donde ya partíamos de una primavera extremadamente seca para gran parte del país.
Los siguientes mapas muestran precisamente el balance de agua en el suelo, comparando la foto de las últimas tres campanas, al 24 de octubre de cada año. Esto permite observar muy claramente las diferencias mencionadas.
Por lo tanto, aun en el caso de registrarse el impacto de La Niña durante el próximo trimestre, el mayor riesgo se centraría hacia el final de la primavera e inicio del verano, donde el desarrollo de los forrajes ya es menos dependiente de la recomposición hídrica que sí se espera durante la primavera.
En efecto, los campos ya muestran una mejora significativa en las condiciones forrajeras, tanto en potreros naturales como en pasturas nuevas o resiembras que comienzan a reaccionar frente al cambio de ambiente.
Se trata de un cambio que impacta directamente en las decisiones del productor ganadero. En este sentido, podríamos decir que, con una mayor producción de pasto y una economía más estabilizada con relación a las últimas dos campañas, muy probablemente los productores se animen a prolongar algo más los ciclos de producción, agregando más kilos a campo que se volcarán en los próximos meses.
Sin embargo, en el corto plazo, esta mejora también ayudaría a acelerar la terminación de aquellos animales que ya se encuentran próximos a su salida sumándose en las próximas semanas a la elevada oferta de animales terminados que ya empiezan a volcar los corrales, luego de cuatro meses con encierres récord.
A lo largo del año, la oferta de animales que llegan a faena es relativamente estable, aunque con una leve aceleración durante el segundo semestre del año. Dentro de esta oferta total, el aporte de los feedlots es el que mayor estacionalidad presenta registrando sus picos de salida precisamente en estos últimos cuatro meses del año. Por diferencia, todo lo que no sale directo del feedlot se asume que es oferta proveniente de los campos donde, naturalmente, su momento de mayor salida suele coincidir con el período de disminución de la oferta forrajera durante los meses de invierno para luego declinar hacia la primavera-verano.
En este sentido, una respuesta favorable de los campos tras las últimas lluvias podría incrementar la producción de kilos provenientes de las pasturas ampliando aún más la oferta estacional que ya han comenzado a volcar los feedlots.
Sucede que, localmente, esta oferta de hacienda no estaría llegando a un mercado muy receptivo para absorber estos volúmenes sin generar mayor presión sobre precios. Recordemos que el precio de la hacienda gorda ya está muy retrasado, aun en términos nominales. El valor del novillito gordo viene fluctuando en torno a los $2.000 el kilo desde hace casi seis meses. En términos reales, en lo que va del año, registra una caída cercana al 18% medido contra los promedios registrados en diciembre de 2023 a valores de hoy.
Si bien, para el mercado de exportación se vislumbra en adelante un escenario firme, con Brasil recuperando valores ante la restricción de oferta y EE. UU. con una sólida demanda de importación, localmente aún no están dados los fundamentos para que se registre una recomposición significativa de valores en lo que resta del año. Aun con una ligera recomposición de los salarios, la debilidad el mercado local sigue ejerciendo presión sobre los valores del consumo. En efecto, el retraso del precio del gordo no hace más que reflejar el comportamiento del precio de la carne en los mostradores, que a septiembre -según el relevamiento del IPCVA- anotaba un retraso contra diciembre de 2023 del 22%, en términos reales.
Ahora bien, orientándonos hacia el mediano plazo, lo que sí es posible vislumbrar de manera promisoria es que, con esta tregua climática, en la medida que logremos terminar una primavera relativamente neutral transitando un verano menos severo del que esperamos, es muy factible que empecemos a ver cambios importantes en términos de retención de hacienda e inversión productiva, cuya intención ya estaba consolidada en la mente del productor pero que, fundamentalmente por cuestiones climáticas, no se estaba pudiendo plasmar.
Fuente: Rosgan