Sanidad, la variable que manda
Ante los cambios de escenario climático, los especialistas advierten sobre la necesidad de estar abiertos a nuevas estrategias de prevención y lucha contra hongos e insectos. En soja y maÃz, todavÃa hay tiempo para corregir el manejo y mejorar el rinde.
Para la fitopatóloga Margarita Sillón, el “primer gran error” de la campaña fue hacer un cultivo masivo de garbanzo en año Niño, previo a la soja. “He visto perder miles de hectáreas”, por incidencia de enfermedades que luego quedaron en el lote, perjudicando el desempeño de la oleaginosa.
La especialista indicó que “el problema dentro del problema” fueron los “pseudo hongos” del grupo de los Oomycetes, especialmente Pythium y Phytophthora que tuvieron gran incidencia en los cultivos de soja. “Resisten la inoculación; por eso se necesita agregar Metalaxil”, un fungicida sistémico capaz de controlar este tipo de patógenos.
En segundo lugar, entre los errores más cometidos, Sillón remarcó la dificultad para identificar y atacar Rhizoctonia y Fusarium, situación que explica los manchones observados en los lotes.
Sobre el primero, indicó que “es el hongo que más está creciendo” y citó una estadística contundente: la prevalencia medida en 2005 apenas alcanzaba el 2% de los cultivos relevados, mientras hoy alcanza al 30%. Cuenta con la complicación de no tener efecto inmediato, por lo que pasa desapercibido; “se perciben plantas retrasadas”, dijo, y comentó que los fabricantes de agroquímicos “ya están trabajando en una nueva molécula para incluir en el curasemillas”.
A su vez, Rhizoctonia es causal de otra enfermedad: “mancha aceitosa”, muy conocida en Brasil como Mela o Requeima. “El mayor error es confundirla con Phyllosticta”, advirtió Sillón; y afirmó haber corroborado pérdidas en la campaña pasada de entre 5 y 15% en la zona de Cañada Rosquín. “Tiene que manejarse como una Enfermedad de Fin de Ciclo (EFC), aplicando triazoles y estrobirulinas más carboxamidas, pero con una incidencia menor al 10% y previo al inicio del ciclo secundario, cuando empieza a pasar de hoja en hoja”, apuntó.
En cuanto a Fusarium, “una enfermedad vascular que no se soluciona con fungicidas”, destacó que es de mayor incidencia en sojas de primera y sólo es controlable con rotación y elección de variedades resistentes. “Hoy el 30% de los lotes están afectados”, indicó la fitopatóloga. Y aunque haya pocas chances -o ninguna- de revertir la incidencia en la actual campaña, recomendó “tomar registro” de suceptibilidad de las variedades, así como los productos utilizados, “para que nos sirva al programar la próxima campaña”. También sugirió la necesidad de “bajar la cantidad de inóculo” con curasemilla y posterior aplicación de fungicida.
Diagnóstico
Al trazar un diagnóstico general de la campaña sojera, en cuanto a prevalencia de enfermedades, destacó una mayor presencia de Cercóspora Kikuchii en la región: “aumentó en los últimos 15 días por el sol y la falta de lluvias en el 80% de los lotes monitoreados”, dijo, y mencionó que los ciclos cortos tiene una afectación del 30 al 50% (tarde para tratar) mientras los largos, con infecciones de 15 al 30% están “a tiempo” de ser tratados.
Sillón también destacó una mayor presencia de Bacterioris. “Casi el 100% de los lotes están afectados con una severidad variable de 15 a 70%”. Al respecto resaltó que las variedades “de hoja dura” son menos susceptibles al tener menos heridas por donde penetre la enfermedad.
También destacó el salto que dio en diciembre el Mildiu (otro pseudo hongo del grupo Oomycetes). “Tuvo un progreso en la prevalencia de hasta el 15% en los lotes monitoreados, pero se frenó”, dijo la especialista. Al respecto indicó que es preciso “tomarlo a tiempo, antes de que las manchas se necrosen”. Y agregó que puede esperarse un crecimiento si la campaña se torna lluviosa y que, en tal caso, no debería reservarse el grano para semilla.
Sobre otras enfermedades esperables en lo que resta del ciclo, mencionó Antracnosis (“aplicando en R4 se controla, en R6 ya no se justifica”); mientras que para las sojas de segunda recomendó estar atentos a Mancha Marrón, Mancha Púrpura, Mildiu (“que va y viene”) y no relajarse con la Roya Asiática porque “en Uruguay ya está”.
La calidad vale
En cuanto al maíz, la especialista ve más enfermedades que otros años, y que se manifiestan con anterioridad. Casos de roya y tizón, sobre todo asociado a los maíces de segunda. “Esos que están en V6 a V8 ya tienen algunas lesiones, lo que hace prever que será una enfermedad de otoño”, anticipa.
A su vez, enciende la luz de alerta: “Estamos viendo la alarmante cantidad de hongos y patógenos que están apareciendo en los granos del maíz, y creo importante destacar esto. Avanzar en estrategias que apunten al rinde y a la buena calidad, ya que el maíz va destinado a alimento”. Sillón destaca que los cultivos de segunda en maíz presentan podredumbre de raíz y tallo, aún en años con lluvias frecuentes y parejas, por eso cuando son éstas son desparejas (como este año), las raíces lo sufren aún más. “La diferencia está en los híbridos, que pueden adaptarse a una región u otra”, grafica.
Finalmente, aconseja revisar alguna estrategia de monitoreo, no sólo en el manejo: volver a ver fotos de patologías para fijar conocimientos. Hasta mayo tendremos mucho para trabajar”.
De lo más a lo menos
La Ing. Doria Turchi, coordinadora técnica Región Santa Fe Centro CREA, apuntó a los objetivos de la jornada: crear y difundir conocimiento, y condiciones de trabajo conjunto. “Somos un sector que no se junta, que no amalgama sus necesidades. Y eso retrasa nuestras soluciones. Desde CREA apuntamos a la investigación y a la unidad”, explicó.
Según la organizadora, el problema del sector no es lo técnico, ya que tenemos técnicos muy desarrollados. “Falta previsión de riesgos, construcción de escenarios, en medio de una realidad socio económica muy cambiante, con un sector que está muy en el ojo de la tormenta, a veces justificado en la responsabilidad de crear alimentos, pero a veces no”.
Según la Ingeniera, el sector tiene una gran responsabilidad: buscar la rentabilidad y la estabilidad en ambientes sub óptimos, optimizando e intensificando los recursos, sin causar impactos ecológicos que nos puedan dejar fuera de juego ante algún cambio de situación. “La empresa exitosa debe tener flexibilidad ante los cambios”, proyecta.
“Desde hace 5 años vemos que la frontera agrícola ha crecido mucho y el ambiente nos está jugando en contra en lo relacionado al régimen hídrico y manejo de suelos, entonces debemos apuntara a lograr estabilidad productiva”.
La campaña arrancó despareja, con poca disponibilidad hídrica al norte e inundaciones al sur. Generalizados problemas de malezas no permitieron barbechar a tiempo y eso derivó en problemas en la implantación. La especialista advierte que crece la superficie de los cultivos tardíos (sojas de tercera y maíces de segunda), con menor rinde pero con un piso y un techo mucho más predecible. “Estamos terminando los cultivos en fecha, pero para los tardíos estamos en el ojo de la tormenta, y mientras se está cosechando, la mitad del campo sigue generando rinde, es una dinámica que todavía tenemos que acomodar. Tenemos que acomodar la estructura de la empresa para que alguien haga el monitoreo mientras otros están ya con las cartas de porte y el transporte de la cosecha”, analiza.
Daño precoz
Para el Ing. Roberto Peralta, de la Universidad Católica de Córdoba, esta campaña muestra que cada zona tuvo distintos climas, muy marcados. “Nunca vi semejante atraso en la fecha de siembra, todo fue muy tardío, lo que provocó ataques de plagas típicas de la sequía, como arañuelas y bolillera, sobre todo en un principio de la campaña”, analiza.
Como no se esperaba un año tan difícil, no hubo una manera de prevenirse con manejo: “La principal táctica fue el control, no hubo una planificación en base al clima”, agrega.
Respecto de los problemas recurrentes en la zona, destacó que siguen apareciendo trips en soja (desde unos 6 años), arañuela (por ambientes muy secos) y chinches, “pero no las verdes conocidas, sino la de los cuernos, que está causando mucho daño”.
Y aconsejó estar atentos, ya que a estas plagas nuevas “no las conocemos tan bien, y no deben ser tratadas como las otras. En maíz y trigo son muy graves y requieren mucho estudio. Esto nunca es estable, siempre está cambiando”, sentenció.
“Aciertos de manejo” para una buena implantación
Margarita Sillón sintetizó en algunos puntos las acciones recomendables para una mejor sanidad de los cultivos de soja:
- Conocer el origen de la semilla.
- Pensar en utilizar más de dos principios activos en el curasemilla.
- Programar la producción de semilla de buena calidad.
Entre los errores más comunes, destacó “asociar el clima a la incidencia de patógenos”; por ejemplo, creer que porque hay sequía no se presentarán algunas enfermedades.
Portafolio cargado
El Ing. Pablo Mainez de Syngenta plantea una estrategia de manejo, para evitar llegar al incendio, con un manejo integrado. “Es la época de los fungicidas foliares. Para una mayor eficiencia, creemos que es muy importante la rotación de los mecanismos de acción. No aplicar un mismo principio activo varias veces seguidas, sino rotarlos, como camino para trabajar con mejores resultados. Tenemos productos con doble mecanismo de acción para lograrlo”, explicó. Respecto a los problemas más comunes, observa en la campaña un ataque de anticarsia “muy fuerte”; y chinches (en menos medida). “Apareció algo de bolillera, para la cual tenemos estrategias en distintos estados fenológicos”, agregó. Para Mainez, la ventaja de las nuevas tecnologías está en la digestión. “A diferencia de la vieja guardia que actuaba por contacto, los nuevos incecticidas actúan por ingestión. Si queremos tener un buen control, y aprovechar el poder de residualidad de estos productos, tenemos que ponerlos en un escenario de baja cantidad de plagas. Tenemos el único producto para control de ácaros (Volyam Targo).
Fuente: Agrositio