Un modelo que emite señales de agotamiento
Frente a la escalada del dólar el primer punto para tener en cuenta es el que el Banco Central (BCRA) es el único que tiene las herramientas suficientes como para ponerle un freno, y evidentemente hay una decisión de la autoridad monetaria de no hacerlo.
Incluso llama la atención que la propia presidenta de la entidad, Mercedes Marcó del Pont, haya declarado que la suba del dólar representa sólo un problema estacional, cuando uno de los roles principales del BCRA precisamente es evitar la estacionalidad.
El segundo punto para tener en cuenta es que si bien existe un problema de estacionalidad, este factor explica sólo el 10 por ciento del problema. El otro 90 por ciento sólo se entiende si se analiza lo que pasó con la base monetaria, especialmente en diciembre, cuando se registró un pico de emisión de 26.000 millones de pesos.
En un país donde sobran pesos y faltan dólares, con una inflación de 25% anual, que sufre un fuerte deterioro fiscal y donde no ingresan créditos desde el exterior, nadie puede sorprenderse de que la emisión termine presionando no solamente los precios internos vía inflación, sino también la cotización del dólar.
Más allá del efecto turismo, la gente compra dólares para atesorar y como reserva de valor, y cada vez hay más personas dispuestas a correr el riesgo de pagar la divisa norteamericana un poco más cara con tal de proteger sus ahorros.
Frente a este escenario, la medida más inmediata que debería tomar el Banco Central es poner en oferta una cantidad de dólares suficientes como para frenar esta escalada. Pero la cuestión de fondo continúa siendo el desequilibrio macroeconómico del modelo.
Este modelo, que se financia con la emisión de moneda y los fondos de los jubilados, emite cada vez más señales de agotamiento. La recaudación impositiva está llegando a un tope y el problema es que el gasto público crece más rápido que los ingresos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
A mediano plazo, está claro que la solución para contener la disparada del dólar paralelo pasaría por hacer que el gasto crezca menos que los ingresos, de manera de evitar que el BCRA siga emitiendo, por atraer inversiones al país y por normalizar el Indec.
La Nación