Advierten que no habrá un año Niña
En momentos en que miles de hectáreas productivas están bajo el agua, y cuando se inició el período de siembra de maíz 2017/2018, el doctor en Ciencias Meteorológicas, José Luis Aiello, afirmó que "no se alcanzará el límite que marca una Niña hacia fin de año", según informó la Guía Estratégica para el Agro (GEA), de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
La entidad destaca que, con su afirmación, el especialista "despeja los miedos de los pronósticos que vaticinan el escenario más temido por el sector: un período Niña". De todas maneras, advierte que el enfriamiento del Pacífico Ecuatorial tendrá efectos en los meses clave de los cultivos de verano para la Argentina. "Es un año muy complicado para los meteorólogos cuando tenemos eventos neutrales o Niñas o Niños muy débiles, ya que, sumado a la inestabilidad que genera el cambio climático, perdemos calidad en la previsión", reconoció Aiello.
En su reporte especial, la GEA explicó que frente a suelos colapsados por los recientes efectos de las lluvias de un invierno que no dio tregua a gran parte de la región pampeana, y en especial a la provincia de Buenos Aires, la opinión de Aiello aporta claridad de cara a los desafíos que traerán las próximas siembras en los sectores afectados por los excesos y también en regiones en el oeste del país, donde, por el contrario, las lluvias no aparecen.
Según Aiello, en el transcurso del ciclo 2017/2018 habrá "lluvias convectivas intensas (en un corto período de tiempo y en una región chica), con algunos pulsos de calor y seguramente con menores probabilidad de heladas. Esos van a ser los ingredientes con los cuales el productor tiene que pensar en cómo diseñar la campaña".
Consultado sobre la estimación hecha por el Centro de Prevención Climática de los Estados Unidos, en función de que a partir de diciembre probablemente se presente el fenómeno Niña, Aiello explicó: "En este momento hay condiciones de neutralidad en el Pacifico ecuatorial central, que es donde se mide el fenómeno del ENSO (oscilación del Sur-el Niño). No hay anomalías de calentamiento de las aguas superficiales (Niño), ni de enfriamiento (Niña). Por supuesto, se hace un seguimiento permanente de esto y de los modelos que hacen predicciones de entre tres, seis y nueve meses. Si uno toma el período noviembre, diciembre, enero, ya se puede observar que las salidas de estos modelos muestran un leve enfriamiento. O sea, una Niña de baja intensidad. Ese es el escenario más probable".
En otro pasaje del informe especial hecho por la GEA con Aiello, se le consulta al especialista si existen rasgos climáticos similares en las últimas cinco campañas: "Este año vamos a tener, de la misma manera que tuvimos en los últimos años, anomalías que se traducen en lluvias convectivas intensas (llueve mucho en un corto período de tiempo y en una región chica, lo que se denomina mesoescala), algunos pulsos de calor y seguramente menos probabilidad de heladas. Esos van a ser los ingredientes con los cuales el productor tiene que pensar en cómo diseñar la próxima campaña. Para ese fin recomendamos usar los patrones normales de lluvias y de fechas de heladas, porque al no haber un forzante grande, en gran escala, no podemos inclinarnos hacia un pulso seco permanente, una sequía o hacia un pulso húmedo permanente. A los ingredientes mencionados debemos sumarle la inestabilidad, que va a ser permanente".
Entre las tareas que Aiello recomienda a quienes deben trabajar en dependencia con las condiciones climáticas medir y llevar registros de las variables que inciden sobre la producción. "Sirve para dimensionar en la realidad el impacto del problema. Y en este punto me tengo que referir a la GEA. Cuando comenzamos este proyecto e hicimos una red de estaciones meteorológicas, la BCR, que se dedica a problemas derivados de la producción y de comercialización de granos, instaló un proyecto científico. La red de estaciones. Por eso hoy la región núcleo es la única que monitorea lo que pasa en la atmósfera y registra permanentemente anomalías: si hay una lluvia intensa o una helada se mide en intensidad, en extensión de horas, y eso nos permite tener un seguimiento. La escala geológica de cambio climático se debe abordar midiendo muy bien lo que uno quiere medir, en este caso, la zona de 10 millones de hectáreas que es el corazón productivo de la región Pampeana".
Frente a desafíos que implica la relación con el clima, Aiello señaló que más allá de la necesidad que expresan los productores por conocer el pronóstico para los próximos 6 meses, eso es imposible. "Los pronósticos tienen una validez en el corto plazo, de 4 a 5 días. A partir de allí los rendimientos decaen. Por supuesto, en internet se puede encontrar pronósticos a 15 días, pero no son confiables. En la página de la GEA hacemos un pronóstico de 3 días pero que tiene un skill muy bueno, del 85%. Respecto del mediano plazo, se utiliza el pronóstico climático que tiene otra física y lo que hace es dar pistas: pronostica para grandes regiones y por un período de tres meses.
Para la cosecha gruesa, es decir para el semestre cálido, este indicador da una pista que es muy importante. Indica un pulso seco cuando se instala una Niña, que se correlaciona con poca lluvia entre noviembre y marzo. O si hay un Niño, se piensa en que los rendimientos van a ser buenos, aunque posiblemente con el incremento de inundaciones. Como en este caso no hay ni uno ni otro, sugerimos tomar los patrones normales y hacer una planificación teniendo en cuenta los efectos regionales y pensando que, si se instala una Niña débil o un enfriamiento, pueden incluirse algunos mecanismos de lluvia. Es un año muy complicado para los meteorólogos cuando tenemos eventos neutrales o Niñas o Niños muy débiles, ya que, sumado a la inestabilidad que genera el cambio climático, perdemos calidad en la previsión".
Fuente: La Nación