El trigo necesita confianza
Los integrantes de la cadena del trigo, compuesta por los semilleros, productores, proveedores de insumos, cadena comercial, industria molinera, las bolsas de cereales y cámaras arbitrales, se encuentran preocupados por la perspectiva de la próxima campaña triguera.
El trigo no tiene problemas estructurales. El problema es la falta de políticas públicas con objetivos claros a corto, mediano y largo plazo, que trasmitan confianza y certidumbre.
Los integrantes de la cadena del trigo, compuesta por los semilleros, productores, proveedores de insumos, cadena comercial, industria molinera, las bolsas de cereales y cámaras arbitrales, se encuentran preocupados por la perspectiva de la próxima campaña triguera.
Las estimaciones de área de siembra indican una continuidad en la tendencia negativa en la superficie de trigo con respecto a campañas anteriores.
Según registros estadísticos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (Minagri), desde 1969 nunca hubo cinco campañas seguidas de trigo con menos de 5 millones de hectáreas sembradas, como sucede desde la campaña 2008/2009.
Esta tendencia es crítica para todos los integrantes de la cadena, ya que significa menos venta de semillas e insumos, menores inversiones en producción y cosecha, menor flujo comercial (menos transporte, acopio, operaciones) y menor oferta de trigos de diversas características industriales.
A su vez, la menor producción provocará que el trigo no esté disponible en todas las regiones que lo requieren como insumo, con lo cual habrá que enfrentar mayores costos de transacción, sin generar valor.
La participación de la Argentina en el comercio internacional de trigo también se verá afectada. La cadena de valor debe trabajar para cuidar y desarrollar sus mercados de exportación, especialmente Brasil, que es el segundo importador mundial de trigo.
El trigo no tiene problemas estructurales. El problema es la falta de políticas públicas con objetivos claros a corto, mediano y largo plazo, que trasmitan confianza y certidumbre.
Un cultivo federal
La cadena de trigo argentina tiene una consistencia difícil de igualar. Registros históricos indican que se sembró en el territorio nacional desde la época de la colonia, consolidándose la cadena hasta la actualidad.
A principio del siglo XX se comenzó con el mejoramiento genético en nuestro país, actividad que se mantiene, incorporando constantemente variedades que superan el potencial productivo y adaptadas a cada región.
También desde la investigación se han desarrollado modelos de producción con eficacias reconocidas internacionalmente.
El trigo es un cultivo federal por excelencia, y la industria molinera se encuentra distribuida en todo el país, apostando a la modernización tecnológica que permita la elaboración de productos en cantidad y calidad adecuadas para las necesidades del consumo de nuestro país y del exterior, generando demanda de mano de obra en todo el país, al igual que la industria de segundo procesamiento.
Desde Argentrigo valoramos el crecimiento en área de otros cultivos de invierno y consideramos que deben sumarse al área histórica sembrada.
La presencia del cultivo de trigo en la alternancia de actividades productivas es clave para un sistema agroecológicamente sustentable.
Sumar y no restar
Que el crecimiento de un cultivo no sea a costa de otro. Sumemos y no restemos.
Con un sistema comercial claro, involucrando a todos en forma positiva, el área de trigo se ubicará por encima de las 7 millones de hectáreas con producciones que superarán las 20 millones de toneladas.
Esto dará previsibilidad a la investigación, al comercio y a la industria de primer y segunda transformación, permitiendo la expresión del potencial de toda la cadena y generando más desarrollo y valor para el país.
Existen sobradas razones para que el trigo recupere su lugar histórico. Trabajamos para lograrlo y por un país para todos.
Fuente: Santiago Labourt - La Nacion