Horticultores de Paraná producen 730 ton de verduras al año
Es a penas el 20% del consumo total, por lo que evidencia la falta de incentivos a un sector que falta desarrollo. Los polos hortícolas de la ciudad son tres: El Brete, Paracao y el Parque Hortícola Municipal.
El consumo de verduras en Paraná no guarda relación con el volumen de la producción local. Sabido es que la capital entrerriana se destaca por el ingreso masivo de frutos de la horticultura logrados en otros lugares de la Argentina. Las razones anidan en la escasez de incentivos a la producción primaria y el consecuente bajo nivel general de profesionalización de los hacedores. Ese combo quizá exprese la principal causa por la cual se estima un abastecimiento de frutas y verduras locales que a gatas llega al 20% del total.
Los polos hortícolas de la ciudad son tres: El Brete, Paracao y el Parque Hortícola Municipal. En los primeros el trabajo es de corte privado, mientras que en este último el apoyo de la comuna es decisivo desde la tenencia misma de la tierra.
Mario Den Dauw es el responsable del Parque y accedió a dialogar con Campo en Acción para develar lo que pergeñan desde la Municipalidad para poner en valor el lugar y superar las 730 toneladas de acelga, lechuga, rúcula, repollo, brócoli, remolacha, tomate y zapallitos que producen anualmente, según sus propias estimaciones.
“En esta gestión regularizamos y ordenamos el Parque que funciona desde 1993 como un lugar para fomentar la producción bajo cubierta” dijo de arranque y precisó: “Hay más de 130 invernaderos que operan 15 productores”. Hasta hace muy poco tiempo trabajaban en casi 23 hectáreas, y hoy en día esa superficie se amplió a 32. Otro dato: orgulloso valoró que, en verano, el abastecimiento de lechuga cultivada en Paraná llega a cubrir el 80% de la demanda.
El desarrollo, razonó, tiene que ver con la ambición de superar todo lo que se pueda aquel umbral de 730 toneladas y el plan pasa por consolidar la asociación de productores que ya se fundó dentro del Parque para mejorar las condiciones de trabajo, modernizar las tecnologías aplicadas en el manejo y claro está, lograr el tan necesario asesoramiento técnico.
El ingeniero agrónomo subrayó que, de la integración del municipio con la Facultad de Ciencias Agropecuarias de Oro Verde pretenden obtener un relevamiento preciso, actualmente inexistente, de la cantidad de productores en actividad dentro de la zona de influencia de Paraná, y los alimentos que elaboran. No lo dice, pero para lograrlo van a tener que luchar a brazo partido contra la informalidad que históricamente distinguió a la cadena de valor. Y quizá sea esa, justamente, la razón oculta por la cual aún navega en los márgenes de la economía local.
Otro capítulo de esta novela sobre el desarrollo hortícola zonal tiene que ver con la tan mentada denominación de origen. Los vecinos, en general ignoran el lugar dónde se cultivaron los alimentos que compran y, de saberlo, es muy probable que escojan los hechos en el área periurbana de Paraná.
Den Dauw admite el hecho y argumenta que, si bien en el mercado El Charrúa por ahora no hay diferenciación, en las ferias alimentarias de la economía social que se concretan en la ciudad y en el Parque Botánico, son los propios productores los que comercializan sus verduras con identificación de origen con muy buen suceso.
El plan de acción de este 2023 en ciernes contempla, también, el cierre perimetral de todo el Parque y avanzar a paso firme en la aplicación de las Buenas Prácticas Agropecuarias ya visualizadas con el uso y manejo de bio insumos logrados localmente.
Nuevas exigencias
Los horticultores tienen a su favor que va en crecimiento la cantidad de consumidores con hábitos signados por la demanda de información y exigencias de inocuidad y calidad en torno a lo que comen. A la par, aumentó la conciencia ambiental, el cuidado de la salud, el interés por el contacto con la naturaleza y el vínculo con el bienestar. Los consumidores no son los mismos de antaño y buscan alimentos saludables y contribuir a reducir el impacto ambiental, mediante el consumo de alimentos locales, lo que minimiza las pérdidas y desperdicios
En tal sentido un estudio de alcance nacional divulgado desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria confirma que, de saberlo, la abrumadora mayoría de los consumidores elegiría comprar verduras locales. El tema es que no lo sabe.
Cuentan también que el 80 % de la producción nacional recorre más de 50 kilómetros para llegar a un punto de comercialización y un 40 % más de 200 kilómetros. Esto impacta de manera directa en los costos tanto para el productor como para el consumidor.
Otro aspecto a trabajar es la necesidad de minimizar las pérdidas y desperdicios, ya que las mismas representan un 40 % de la producción; en sintonía de lo que ocurre a escala mundial.
Fuente: Campo en Acción