El novillo argentino vuelve a un escenario competitivo
Los valores del novillo argentino, medidos en moneda constante, son los más altos de los últimos 20 años.
La oferta de esta categoría sigue siendo escasa y obliga a la industria exportadora a convalidar valores cada vez más altos para cubrir sus requerimientos operativos.
La enorme capacidad instalada que hoy presenta la industria, sumado a la firmeza que ejerce la demanda externa, seguirán poniendo presión sobre esta acotada oferta local.
En lo que va de marzo, el precio del novillo en Liniers, arroja un promedio de $270 contra $237. Esto, a moneda constante, registraba en marzo del año pasado. Es decir que, en términos interanuales, el valor actual -neto del componente inflacionario- arroja una suba del 14% que se suma a otro 26% de incremento, medido contra marzo de 2020.
Esto demuestra la avidez de la industria por esta categoría, a pesar de todas las trabas y limitaciones que enfrenta la exportación. Sucede que la oferta de novillos viene registrando una escasez estructural desde hace ya más de una década.
Esta categoría de machos que hasta 2008 registraba más de 4,5 millones de animales en el stock nacional, a fines de 2020 -último dato disponible- apenas computaba poco más de 2,3 millones, lo que implica una caída a la mitad de lo producido por entonces.
Indicadores que hablan por sí solos
Durante ese mismo período, la faena anual de novillos cayó a menos de un tercio de lo faenado en 2008, pasando de 3,2 millones de cabezas anuales a menos de 1 millón en 2021.
Sin embargo, hay algunos indicadores del nivel de extracción registrado en los últimos tres años que comienzan a marcar un posible cambio de tendencia. Mientras que en 2019 llegaron a faena cerca del 68% (1,64 millones) de los novillos registrados en stock a inicios de ese ciclo comercial, en 2020 ese porcentaje se redujo a menos del 50%, con 1,18 millones faenado sobre 2,43 millones en stock.
En tanto que, el año pasado, en 2021, según el último informe del Rosgan, la cantidad de novillos faenados ascendía a 980 mil animales sobre un stock inicial -registrado a diciembre de 2020- de 2,34 millones de animales. Es decir que la extracción total en 2021 se restringió a menos del 42% del stock.
Cambio de tendencia
Asimismo, este cambio de tendencia, en parte también comienza a verse reflejado en los datos de faena de febrero. La faena diaria registrada durante el último mes fue casi un 5% más baja que en igual mes del año pasado, pero los novillos registraron una suba del 3% interanual.
En el total mensual, llegaron a faena unos 77.827 novillos, número que, a pesar de ser unos de los más bajos de la serie y menos de la mitad de lo registrado 3 años atrás, es una primera señal de aparente quiebre de tendencia en la faena.
Aun no contamos con los datos de stock a diciembre del año pasado, donde posiblemente comencemos a ver cierta estabilización en la composición de esta categoría. La revalorización que ha comenzado a observarse -especialmente en los últimos dos años- de los sistemas de recría con mayor base pastoril, impulsados a su vez por la necesidad de alcanzar mayores pesos de faena, deberían comenzar a reflejarse en los números de stock ganadero que se darían a conocer próximamente.
Si bien, este año muchas zonas ganaderas se encuentran limitadas para retener la carga en campos naturales esto no deja de ser un condicionante zonal a diferencia de lo que representa para producciones más intensivas, la suba generalizada del precio de los granos.
Lo que viene en el mercado
A priori, la invasión rusa a Ucrania no debería tener un impacto directo significativo sobre la carne vacuna, dada la baja participación de la región en el comercio mundia. Sin embargo, el faltante de granos, las restricciones energéticas y la escalada prevista en las tasas de inflación a nivel mundial, constituyen factores de fuerte presión sobre los costos de producción en todo el mundo.
En este contexto, los valores de la carne vacuna a nivel internacional seguirán muy firmes, no solo por fundamentos propios de su demanda sino también por la presión adicional que ejercerán la suba de precios en otros tipos de carne, como el pollo y el cerdo, cuyas producciones resultan más vulnerables a la suba de costos.
Es bajo este escenario donde, Argentina se posiciona dentro de un grupo muy limitado de países con posibilidad de seguir proveyendo carne proveniente de sistemas que demanden un uso menos intensivo de los granos, volviendo a poner en valor su ganadería de base pastoril y su emblemático novillo argentino.
Fuente: ABC Rural