Los desafíos de la carne argentina ante un mercado exigente
Desde el INTA analizaron el futuro del producto argentino y los cambios estructurales a los que se debe enfrentar el país para sostener el consumo.
La producción de carne fue variando con el paso del tiempo, las calidades y el cumplimiento de normas permitió un producto de excelencia. A pesar de esta situación, el consumidor se volvió más exigente.
Desde el INTA se plantearon cuáles son los cambios de estructura del sistema que permitirán sostener el consumo interno e incrementar los espacios de comercialización internacional.
Aníbal Pordomingo, referente en ganadería del INTA, sostuvo: “A corto plazo, se vienen cambios de estructura del sistema productivo nacional a fin de poder adaptarse a las nuevas demandas del mercado en general y de los consumidores en particular”.
En este sentido, agregó que la ganadería argentina enfrenta numerosos desafíos relacionados con la calidad e inocuidad de la carne que produce, así como aspectos vinculados con la gestión ambiental y la huella de carbono. También, con la percepción de los consumidores de ciertos conceptos, en su mayoría extrínsecos a la química y la física del producto.
En cuanto a los desafíos, Pordomingo comentó: “Los productores ganaderos argentinos tienen todo el potencial para enfrentar sin problemas este reto” y destacó la necesidad de “empezar a recorrer este proceso de transición hacia una mejor calidad, inocuidad y sanidad”.
“Es momento de que la Argentina priorice la calidad por sobre la cantidad de carne producida”, subrayó Pordomingo. Asimismo, agregó que, sólo así, será posible diversificar la oferta, sostener la demanda de los mercados compradores, recuperar los nichos e incrementar los espacios de comercialización internacional.
“Aún en pandemia, sigue vigente la necesidad de incrementar la colocación en el mercado internacional de productos con carne en sus diversas presentaciones, tales como fresca o congelada, en procesados y de sus subproductos”, indicó.
En este sentido, reconoció que la Argentina no puede centrarse sólo en abastecer el mercado interno porque el consumidor nacional no está dispuesto a consumir muchos de los productos que se exportan, como órganos o grandes cortes como el costeletero. Tampoco está dispuesto a pagar precio internacional por los cortes del cuarto trasero.
Inocuidad, sanidad y ambiente, ejes centrales
Desde el INTA señalaron que, a partir de la crisis sanitaria producto de la pandemia del coronavirus, los mercados importadores aumentarán la presión sobre las normas de inocuidad e higiene, los protocolos y controles. “Habrá más testeos de procesos y productos, auditorías en los puertos de destino y, también, más rechazos. Esto va a pasar y tenemos que reducir al mínimo los riesgos”, indicó Pordomingo.
“Remover el uso sistemático de estos productos en las producciones intensivas es un verdadero desafío para el sector y provocará cambios de estructura del sistema”, aseguró Pordomingo. Según el referente, por ejemplo, instalar carne de feedlots o engorde a corral en Europa o Asia requerirá, a corto plazo, productos generados en sistemas libres de uso de Monensina, un antibiótico poliéter ionóforo ampliamente utilizado para el engorde del ganado vacuno para modular la fermentación ruminal y el consumo del animal, sin efectos sobre el metabolismo animal o sin residuos en la carne, pero objetivo de la percepción pública.
“Si lo sacamos de la dieta, cambia el ritmo de engorde, cambia la eficiencia de conversión y cambia la estructura del sistema intensivo de producción de carne, no es menor el impacto”, concluyó el técnico del INTA.
Fuente: Agrofy News