Las perspectivas para el cultivo de maíz son buenas
La sequÃa en el hemisferio norte condujo a un mejoramiento en los precios y por primera vez en muchos años la relación de precios soja/maÃz favorece al maÃz.
La tecnología desarrollada y aplicada al cultivo de maíz permitió alcanzar, a pesar de la sequía histórica sufrida la campaña 2011/12, el record histórico de 16,4 millones de toneladas exportadas. Para la campaña 2012/13 el informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires estima una siembra de maíz para grano de 3,4 millones de hectáreas, aunque también existen otras fuentes más optimistas. Esta superficie, con un rinde promedio de 8 mil kilos, significaría una producción de 27 millones de toneladas, volumen que permite abastecer holgadamente al mercado interno y seguir conquistando mercados de exportación. Si bien se está verificando un atraso del 12% en la siembra en comparación con el año anterior, por las condiciones climáticas que impidieron que las siembras de primera se realicen normalmente, las mismas se retomarían entre fines de noviembre y pr incipios de diciembre.
La campaña 12/13 comenzó con bastante pesimismo debido a la descapitalización de los productores a causa de la sequía y las estimaciones que indicaban una cosecha record en Estados Unidos. Sin embargo, la sequía en ese país y el otorgamiento de permisos de exportación por 15 millones de toneladas mejoraron en un 8% la intención de siembra. La sequía en el hemisferio norte condujo a un mejoramiento en los precios y por primera vez en muchos años la relación de precios soja/maíz favorece al maíz.
Una buena rotación de suelos es fundamental para el desarrollo de la agricultura en su conjunto. El mejor socio para la soja es el maíz. Está demostrado que los rendimientos en soja aumentan entre un 16-18% cuando es sembrada en un lote proveniente de maíz. Por su parte, la soja es también un muy buen complemento del maíz porque ayuda a la limpieza de lotes con malezas perennes.
Exigidos por un clima cambiante y gracias al avance de la investigación genética, en los últimos años fue creciendo la modalidad de siembra tardía, a veces mal llamada siembra de segunda. Para ello fue fundamental el desarrollo de maíces transgénicos con protección a insectos barrenadores, que años atrás deprimían mucho los rendimientos. Este desfasaje de 30 a 45 días de la fecha de siembra tradicional era impensado para el productor maicero hace diez años, pero hoy es una realidad que permite escapar al período de restricciones hídricas y altas temperaturas de diciembre/enero, obteniendo resultados satisfactorios de productividad y una mayor estabilidad de rendimiento.
Además, este es un año para aprovechar los maíces de segunda. En primer lugar por la gran acumulación de agua que tienen los perfiles y en segundo porque estamos viendo que tanto el trigo como la cebada y otros cultivos de invierno alternativos están sufriendo daños sanitarios que adelantaron la cosecha de cultivos de invierno de entre 15-20 días. Esos días con los perfiles cargados de agua son una gran oportunidad para lograr maíces de segunda con muchas posibilidades de acercarse en rendimiento al de los maíces tardíos.
En el plano internacional vemos que en los últimos diez años el escenario ha cambiado mucho y que el cultivo de maíz ha sido central en dicha evolución. En ese período el consumo mundial creció desde 600 millones de toneladas hasta 900 millones, un 50% en tan solo diez años. Pero, hay que destacar que el uso industrial creció un 80% al tiempo que el uso forrajero creció un 14%. Esto se debe al crecimiento de los estándares de vida de una población que incorpora nuevos consumidores que demandan energía y alimentos, en un contexto en el que nos vemos en la necesidad de sustituir nuestras tradicionales fuentes de energía fósiles y migrar hacia fuentes de energías renovables que limiten las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera y eviten continuar contaminando los ecosistemas donde vivimos.
Nuestro país dispone de las más modernas herramientas para generar riqueza a partir del incremento de la producción de maíz y su transformación en múltiples productos de uso cotidiano como almidones, fructosas, harinas y proteínas animales de alto valor como carnes aviar, porcina y vacuna, además de huevos y productos lácteos, etanol y biogás, entre otros productos cuya demanda mundial crece exponencialmente. Las industrias transformadoras del maíz y del sorgo vienen progresando aceleradamente y precisan que el área de siembra crezca al ritmo de su expansión, para así poder acceder a la materia prima en forma fluida y con un menor costo de flete.
La demanda interna por parte de la ganadería vacuna, la industria aviar y la molienda húmeda viene creciendo a buen ritmo. Además, la industria de etanol ya es una realidad. En septiembre ha comenzado a funcionar la primera planta industrial que transforma al maíz y al sorgo en un biocombustible, industria que además se asocia a la cadena cárnica a través de la burlanda que genera el proceso.
El mundo nos brinda una gran oportunidad para desarrollar en forma armónica la cadena de valor del maíz y del sorgo y generar empleo e ingresos más altos para las poblaciones de las distintas regiones de nuestro país, atenuando así las migraciones hacia los centros urbanos. El potencial de crecimiento de la cadena no tiene límites. Sin embargo, el logro de los objetivos requiere la dedicación y participación de todos los sectores involucrados, privados y públicos, para alcanzar los acuerdos que garanticen un futuro próspero y sostenido para nuestra sociedad.